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Internacional

El abaratamiento de las materias primas devuelve las exportaciones latinoamericanas a números rojos

Precios de venta más bajos; volúmenes estancados.

La ecuación de las exportaciones latinoamericanas se complica: con las materias primas cotizando a la baja —al son del petróleo (-13% en un año) y con el mineral de hierro como única excepción a la regla—, la región vio cómo sus ventas al exterior entraban en terreno negativo en 2019, con una caída del 2,4% que emborrona la imagen general tras dos años en positivo, según las estimaciones publicadas este jueves por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En paralelo, las importaciones cayeron a un ritmo aún mayor —3,1%—, compensando el golpe en la balanza comercial regional.

La cifra es negativa, pero conviene —más que nunca— entender en qué contexto se produce: en plena fase de desglobalización, a la estela de una guerra comercial entre Estados Unidos y China que, camino de los dos años, sigue dejando víctimas en la cuneta y en medio de un decaimiento generalizado del crecimiento económico. Los intercambios mundiales cerrarán 2019 con una caída en el entorno del 3%, ligeramente por encima de la cifra latinoamericana, el mejor reflejo de una demanda que no termina de levantar cabeza. Las compras europeas de productos procedentes de América Latina cayeron un 7% en el año, las importaciones interregionales cayeron un notable 10,8% y China detrajo en un 2,3% sus adquisiciones en la región. La única nota positiva fue EE UU, con una economía que —pese a no haber podido escapar de la ralentización generalizada— aguanta el tirón del crecimiento: compró un 1% más de productos latinoamericanos el año pasado.

"Con Alemania estancada, la guerra comercial y el enfrentamiento entre Japón y Corea del Sur las cadenas globales de valor está paradas", explica Paolo Giordano, economista principal del sector de Integración y Comercio del BID. Otra amenaza empieza a dibujarse en el horizonte: la amenaza arancelaria de Donald Trump sobre el acero y el aluminio brasileño y argentino que, de cristalizar, "tendrá un impacto no solo sobre ambos países sino sobre toda Latinoamérica. Ni siquiera el efecto sustitución (cambio de proveedores) por el choque comercial entre Washington y Pekín se ha dejado notar en gran medida sobre productos señalados como beneficiados, como la soja brasileña. "El efecto positivo es real, pero escaso: la propia demanda total de soja por parte de China ha caído por la fiebre porcina y la guerra comercial ha provocado una bajada de precio que ha perjudicado a los productores en Brasil".

Por subregiones, la peor parte se la llevan América del Sur y el Caribe, las más dependientes de la venta de productos básicos. En el primer caso, las exportaciones se contrajeron un 7,2% el año pasado —un severo revés tras el crecimiento superior al 8% registrado 12 meses antes—, en gran medida por el efecto arrastre del crudo y con Venezuela (-43%) y Paraguay (-15%) como grandes damnificados. Peor aún es el dato caribeño, donde las exportaciones caen casi un 11% tras crecer un 10% en los 12 meses previos: una disminución severa, de puntos en solo un año, solo amortiguada por un ligero incremento de los envíos a la Unión Europea que fue "insuficiente para contrarrestar las fuertes retracciones a todos los destinos restantes". En el resto del subcontinente, la nota común en 2019 fue la atonía del sector exterior: aun manteniéndose en positivo, México vio recortado el crecimiento de los envíos a la tercera parte (del 10% a poco más del 3%) y Centroamérica sufrió un tajo anual de más de la mitad (1,5%, frente al 3,3% de 2018).

A medio plazo, el futuro no parece mucho más halagüeño para la media de los exportadores latinoamericanos. "La caída de valor se inscribe en una tendencia de contracción que, se estima, no variará en los próximos meses", apuntan los técnicos del BID, un organismo que lleva años inquiriendo a los países de la región a aumentar los lazos comerciales entre sí con una cifra gruesa: 20.000 millones de dólares a los que hoy está renunciando por no prestar atención a la demanda de sus países vecinos. La segunda gran urgencia es romper la eterna dependencia regional de las materias primas. "La diversificación es cada día más urgente en la región", zanja Giordano. "La fiesta de las commodities se agotó hace tiempo, y con la economía china creciendo a su ritmo más bajo en 30 años no hay ninguna perspectiva de cambio".

 

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