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20 de marzo: Día Mundial de la Felicidad

La búsqueda de la felicidad es tan antigua como la vida del ser humano sobre la tierra. Se ha convertido en un valor y derecho social universal para todos los seres humanos, tanto que, desde 2013, las Naciones Unidas han celebrado el Día Internacional de la Felicidad como una forma de reconocer la importancia de ser felices,  de sentirnos plenos y satisfechos con quiénes somos y cómo vivimos.

En el 2015, la ONU lanzó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que buscan acabar con la pobreza , reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, tres aspectos clave que conducen al bienestar y la felicidad. Vivimos, además, en una época de despertar en la que más de uno está aprendiendo que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente para producir la felicidad, y que esta puede estar oculta tras elementos no tangibles que se evidencian en el desarrollo del capital humano, como las relaciones familiares, la solidaridad, los logros personales, la libertad, la confianza, una esperanza de vida saludable, el apoyo social y la generosidad.

Esto lo confirmó en el 2018 el informe mundial de la felicidad, donde se evidencia que la cultura latinoamericana se orienta hacia las relaciones humanas, característica que juega un papel central en felicidad.

Todos a favor de la felicidad

Se han creado políticas públicas nuevas y efectivas alrededor del mundo para elevar el bienestar social y promover la felicidad. Por otro lado, en los últimos años se han empleado métodos de análisis psicológico y cátedras científicas para estudiar situaciones humanas que, aunque parezcan ser lo único necesario para garantizar una vida feliz, a menudo producen una masa de personas infelices.

Acciones como comprar y comer compulsivamente, consumir drogas, la adicción a las actividades online como la pornografía y los videojuegos; puede ser que al principio produzcan placer, pero su uso excesivo, así como la extrema ansiedad de acumular cosas, produce aislamiento, estrés y desmotivación, sensaciones que muy pronto conducen a la infelicidad.

En general, la Agenda 2030 y los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU apuntan hacia la importancia crucial de un enfoque holístico para el desarrollo de las naciones que incluya el ámbito económico y el fin de la pobreza extrema, la promoción de la inclusión social, la justicia social y la protección del medio ambiente. Agenda 2030 se refiere específicamente a “un mundo con acceso equitativo y universal a una educación de calidad para todos los niveles, donde la asistencia sanitaria, humanitaria, la protección social, física, mental y el bienestar social estén asegurados”.

El arte de ser feliz

Parece utópico, pero los países se han propuesto generar discusiones en todos los niveles para llegar a acuerdos en virtud de motorizar un movimiento mundial global por la felicidad y el bienestar. Por lo tanto, las nuevas políticas que promueven los gobiernos conscientes se basan en cubrir las necesidades de un mayor número de personas, valorar las métricas de felicidad e impulsar las políticas que han demostrado ser efectivas para promover el bienestar.

El informe global de bienestar y felicidad 2019 señala, en el capítulo “¿Cómo abrir las puertas de la felicidad?”, que tanto la salud preventiva como la salud pública gratuita son importantes a la hora de establecer un programa universal que fomente la felicidad. Otro elemento de suma importancia es la educación positiva, basada en diseñar componentes humanos solidarios, respetuosos, con iniciativas, pro activos y resilientes.

Otro elemento para garantizar la felicidad debe ser el libre acceso a un trabajo digno y bien remunerado, así como ambientes laborales ergonómicos. Un buen ejemplo lo dio el Banco Estado de Chile, el primero en crear la Gerencia de la Felicidad en el país.

Se puede afirmar, entonces, que la felicidad es un suma de varios elementos que, al unirse, generan satisfacción social individual y colectiva. Esto es suficiente para explicar y justificar la importancia que tiene trabajar en nuestra propio alegría, entender la vida como una oportunidad única para vivir plenamente y no como una competencia.

Sonreír más y pensar menos.

 

El arte de saber vivir 

 

 

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