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Estrés por lo que se habla, estrés por lo que se calla

Las relaciones interpersonales están, en gran medida, mediadas por la comunicación como mecanismo de interacción humana. Los procesos de aprendizaje, las experiencias de vida y la estructura de personalidad de cada uno, permiten definir formas comunicacionales en las personas que de alguna manera facilitan o dificultan su adaptación social y la forma de asunción de los procesos de relación con otros.

Una adecuada comunicación humana, como habilidad social, permite al individuo adoptar diferentes roles en la sociedad, adaptarse a diferentes contextos, desarrollar habilidades para afrontar situaciones problemáticas y, por ende, mejorar su autoestima (Lacunza y Contini, 2009). Además, como plantean García y Magaz (2011), las habilidades sociales comunicativas permiten al individuo interactuar con los otros mediante expresiones verbales y no verbales, con las cuales comunica sus intenciones, deseos, emociones y necesidades, esperando una respuesta comunicativa en los demás.

La comunicación efectiva

La comunicación efectiva es una forma de expresión que logra que quien transmite un mensaje lo haga de modo claro y entendible para su interlocutor (interlocutores), sin que genere confusión, dudas o interpretaciones erróneas.

Comunicarse de manera efectiva es un arte. Por un lado, saber qué decir, a quien decirlo, cómo expresarlo y cuando hacerlo es una habilidad que requiere de entrenamiento diario. La palabra debe estar acompañada por expresiones gestuales y corporales que le dan un matiz específico al mensaje, lo mismo que la forma en que este se presenta en las diversas tonalidades del discurso, como el volumen, el timbre, la velocidad, los tartamudeos, los lapsus (errores) y los silencios, entre otras. La comunicación efectiva conjuga todas estas variables de manera armónica.

A la vez que es importante hablar, también hay que saber callar. En ocasiones es preferible mantenerse en silencio y evitar así cometer errores por la palabra. Callar es otra forma de comunicar y hasta puede resultar más elocuente. Sin embargo, callar cuando hay algo por decir constituye un mecanismo de represión en la expresión que puede generarnos perturbación o malestar interior. Las dificultades y errores en la comunicación pueden ser generadores de estrés en tanto conllevan arrepentimientos o autorreproches por las fallas cometidas, que se presentan tanto a partir de lo que se expresa como de lo que se calla. 

Claves para desarrollar una comunicación efectiva

  • Tener claro el mensaje que se desea comunicar: El mensaje define el contenido a expresar, que debe acompañarse de la intención de hacerlo. Todo mensaje tiene por objetivo generar una respuesta en los demás.
  • Elegir códigos de expresión compartidos con los receptores del mensaje: Los códigos constituyen los elementos expresivos, verbales, no verbales y paralingüísticos (tonalidades) del mensaje. Estos deben ser entendibles tanto por quien se expresa como por quien escucha.
  • Buscar los momentos y condiciones adecuadas para comunicarse: No toda ocasión es propicia para expresarse y en cada situación se debe tener cuidado de cómo comunicar un mensaje. Como decían nuestros abuelos, los halagos se hacen en público y los reproches deben hacerse en privado, para no poner en ridículo o en vergüenza a la otra persona.
  • Tener pleno control de sí mismo: La comunicación debe darse en condiciones de conciencia plena y dominio sobre sí, para regular de manera efectiva los contenidos y los matices de lo que se expresa. En estados de perturbación o alteración emocional suele resultar más pertinente contener la comunicación.
  • Escuchar y respetar la posición del otro: Un buen comunicador es aquel que además de saber expresarse con claridad y de manera asertiva, permite y favorece que los demás se expresen, al tiempo que los escucha de manera atenta y respetuosa, aceptando que los otros tienen derecho a pensar de manera diferente.
  • Mantener el contacto visual con el otro: Para favorecer la comunicación interpersonal, es conveniente hacerle saber al otro que estamos en contacto directo con él, lo que le indica que le prestamos atención a su discurso. La mejor forma de evidenciar este contacto es manteniendo la mirada sobre la persona, aunque esta no debe ser intimidante ni invasiva, sino cómoda y relajada.
  • Evitar invadir el espacio íntimo de los demás: La comunicación, como proceso de interacción, favorece el conocimiento e intercambio de las realidades de las personas implicadas. Sin embargo, se debe respetar el espacio territorial que el otro define y no pretender entrar en su intimidad más allá de lo que nos permite.
  • Verificar el sentido que la otra persona le da a nuestro mensaje: La expresión del mensaje no garantiza la forma en que el otro lo recibe. En ocasiones manifestamos algo con una intención definida y los perceptores toman el mensaje de manera diferente. Es conveniente verificar, mediante preguntas aclaratorias, el sentido que la otra persona le ha dado al mensaje que hemos transmitido.

Cómo manejar el estrés por lo que se calla

  • Mantener el silencio debe ser una decisión, no una represión: El silencio es una opción comunicativa que puede resultar adaptativa cuando nos protege ante la posibilidad de cometer errores comunicativos, pero no puede derivarse de la dificultad o inhibición del sujeto para expresarse.
  • En ocasiones es mejor callar que locamente hablar: En estados de alteración emocional resulta menester conservar la calma y contenerse de expresarse, en tanto no se tiene pleno control sobre el discurso. Generalmente la expresión en estados de perturbación, como la ira, conlleva manifestaciones que generan arrepentimiento.
  • Postergar la comunicación es una forma de incubar problemas y enfermedades: Muchas veces nos quedamos esperando que llegue el mejor momento para comunicarle algo a otra persona, pero sentimos que este no llega, generalmente como producto de la procrastinación o tendencia a postergarlo todo. El momento ideal para comunicarse no se debe esperar, se debe crear.
  • El cuerpo expresa lo que calla la boca: Este viejo adagio psicológico tiene sentido cuando se observa que lo que se calla por represión se manifiesta bajo la forma de un síntoma corporal. No resulta fortuito que cuando guardamos algo dentro que queremos expresar, se manifiesten síntomas físicos en los diversos sistemas del organismo. Somatizar es traducir un problema psicológico en una dificultad orgánica.
  • Considerar que los asuntos pendientes deben cerrarse: Los asuntos que no se concretan, no se cierran y quedan gravitando en torno a nosotros, resultan generadores de estrés. Dejar asuntos inconclusos o mensajes pendientes por expresar, es la cuna de muchas manifestaciones patológicas.

Síntesis

A manera de conclusión, la comunicación efectiva consiste en saber expresar y saber callar como respuesta a las demandas implicadas en cada situación que enfrentamos. La comunicación asertiva, como forma de expresión adecuada de nuestras intenciones, intereses y emociones, tiene componentes verbales, no verbales y paralingüísticos (tonalidades del mensaje), que deben conjugarse de manera armónica para darle matices adecuados al discurso. Lo importante es que independientemente del momento evolutivo en el que estemos, cualquier momento es oportuno para adquirir y desarrollar habilidades sociales comunicativas que nos permitan una mejor interacción con los demás.

El arte de Saber vivir. 

 

 

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