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Anorexia nerviosa : ¿cómo se manifiesta y a quiénes afecta?

“Reprimido, atemorizado, el acoso escolar y el sobrepeso me alimentan con sentimiento de rabia, rencor, venganza. Y con diecisiete años me tiro al vacío y dejo de comer. El espejo, el cuerpo, la restricción, soñando una reencarnación que está de oferta y que termina por salirme cara. Esa cara que pudo haber sido cruz”.  

Fragmento de Kg de Negu Karlsson.

La anorexia nerviosa (AN) es un trastorno de la conducta alimentaria. Se define como la presencia de un peso corporal anormalmente bajo, asociado con un miedo intenso a aumentar de peso y cogniciones distorsionadas con respecto al peso, la forma del cuerpo y el deseo de adelgazar. Puede ser una enfermedad de larga duración y suele modificarse en el transcurso del tiempo. Algunos pacientes con AN refieren haber presentado antes, durante o después del episodio de anorexia, conductas alimentarias inapropiadas compatibles con bulimia o trastorno por atracón. Por ello, al evaluar los trastornos alimentarios hay que hacer una entrevista muy completa teniendo en cuenta los antecedentes personales y familiares (historia de vida), los síntomas presentes o activos y también los síntomas del pasado en cada paciente.

Tipos de anorexia nerviosa

Se reconocen dos tipos de AN: el primero, de tipo restrictivo, donde no se utilizan purgas, pero si se hace dieta, ayunos y ejercicio físico; el segundo, del tipo con atracones y purgas (vómito, laxantes, diuréticos, enemas y dieta restrictiva). Por lo general, los síntomas de la persona con AN son egosintónicos, es decir, coherentes con los ideales de la imagen corporal, por lo que el paciente niega tener un problema con la alimentación, y son de un abordaje complejo que requiere de un tratamiento multidisciplinar.

¿Qué peso corporal se relaciona con AN?

 La restricción de la ingesta de alimentos lleva a un peso corporal significativamente reducido con relación a la edad, sexo, curso de desarrollo y salud física. El peso corporal se mantiene un 15 % por debajo de lo esperado, o el paciente tiene un índice de masa corporal (IMC) de 17,5 o menos. La gravedad en adultos se basa en la actualidad en el IMC de esta manera:  leve con un IMC mayor o igual a 17 kg/m2; moderado con un IMC 16-16.99 kg/m2 o extremo cuando el IMC es menor a 15 kg/m2. Ante un IMC de 16 el criterio sería el ingreso hospitalario.

Aunque el IMC es importante en el diagnóstico, también lo es medir la masa grasa del paciente con métodos de impedancia. En AN el peso del paciente es orientativo, pero lo que nos muestra el grado de desnutrición de la persona es la grasa, porque el IMC puede ser a menudo manipulado por el paciente; algunas personas beben varios litros de agua justo antes de pesarse o se camuflan pesas en algunas partes del cuerpo. Con el método de impedancia, si aparecen picos fluctuantes se sabrá si el paciente se provoca vómitos.

¿Cuáles son los síntomas físicos presentes en la AN? 

Aspecto emaciado o caquéctico, fatiga, insomnio, mareos o desmayos; pigmentación azulada de los dedos, cabello de mala calidad y quebradizo, aparición de vello como pelusa en el cuerpo, ausencia de menstruación (en las mujeres), disminución de testosterona (en hombres), estreñimiento y dolor abdominal; piel frágil, reseca o cetrina, intolerancia al frío, arritmias cardiacas, hipotensión arterial, deshidratación, hinchazón en brazos o piernas, osteoporosis (incremento del riesgo de fracturas), pérdida de masa muscular, erosión dental y callosidades en nudillos por provocación de vómitos; enfermedad ácido péptica, desnutrición severa, alteraciones hidroelectrolíticas (bajo nivel de potasio, sodio, calcio, cloruro, hierro, vitamina B12 y diversos micronutrientes) y problemas renales.

Si una persona con AN está en estado de desnutrición severa, todos los órganos del cuerpo pueden sufrir daños, incluido cerebro, corazón y riñones. En algunos casos el daño se hace irreversible, aunque ya la anorexia esté controlada. Como vemos, la AN se asocia a muchas complicaciones y en su forma más severa, lleva a la muerte. Muchos pacientes mueren de forma repentina a causa de una arritmia cardiaca o un desequilibrio de electrolitos.

¿Cuáles son los síntomas conductuales y emocionales presentes en la AN?

  • La característica psicológica central de la AN es la sobrevaloración extrema de la forma del cuerpo y un bajo peso corporal.
  • La enfermedad cursa con síntomas obsesivos constituidos por ideas intrusivas y desesperantes relacionadas con la silueta, el tamaño y la forma del cuerpo, la delgadez y el valor calórico de los alimentos.
  • En pacientes con anorexia se suelen presentar alteraciones en la toma de decisiones, dificultades para adaptarse a situaciones nuevas (inflexibilidad) y para ver el contexto general de aquello que observan (fijación excesiva en los detalles); alta rigidez, perfeccionismo y, en algunos casos, niveles altos de impulsividad.
  • Las personas con AN tienen la capacidad física de asumir y tolerar la pérdida de peso exagerada autoimpuesta. La restricción de alimentos, el ayuno y el consumo exagerado de agua es solo un aspecto de las estrategias empleadas para perder peso.
  • Muchos de estos pacientes usan el ejercicio físico enérgico y excesivo (atletismo, danza, spinning, etc.), y a menudo eligen hacer actividades como leer, por ejemplo, en continuo movimiento, generando oportunidades para mantenerse activos, siempre pensando en quemar calorías.
  • Las prácticas de purga también son importantes e incluyen vómitos autoinducidos, así como el empleo de diuréticos, laxantes y suplementos adelgazantes.
  • Los pacientes también pueden practicar “controles corporales” que implican pesarse, medirse los perímetros, mirarse al espejo, probarse ropa, tomarse fotos y otros comportamientos obsesivos repetidos para asegurarse de que no han subido de peso.
  • Otros signos para tener en cuenta son: estar pendientes de programas y revistas de entretenimiento para exaltar las características físicas de modelos y celebridades extremadamente delgadas; revisar cuanta dieta nueva para adelgazar aparece; mostrar una preocupación constante por la cantidad y valor calórico de los alimentos, lo que en ocasiones incluye cocinar platos suculentos para la familia, pero negarse a comerlos; escoger alimentos “seguros” (bajo contenido en grasas y calorías) e ingerirlos en muy pocas cantidades; adoptar rituales extravagantes relacionados con la alimentación (masticar los alimentos, luego escupirlos y guardarlos en recipientes debajo de la cama);evitar comer en público; ir al baño de manera habitual inmediatamente después de comer o durante las comidas; mentir sobre la cantidad de comida que se ingiere; pesarse y medir los perímetros corporales constantemente;  buscar con frecuencia en el espejo defectos o gorduras localizadas; quejarse por sentirse obeso o tener partes del cuerpo gordas, y en ocasiones requerir la cirugía plástica para lipoaspiraciones; cubrirse con varias capas de ropa;  caer en el retraimiento social; expresar depresión, rabia, vergüenza o culpa respecto a los hábitos alimentarios; desarrollar comportamientos de autoinjuria en secreto (producirse cortes en la piel para aliviar la tensión emocional).

¿Qué trastornos mentales y del comportamiento se asocian a la AN?

 Además de la gran cantidad de complicaciones físicas, las personas con AN suelen presentar otros trastornos de la salud mental como trastornos del estado de ánimo (depresión mayor,  distimia, trastorno bipolar), trastornos de ansiedad (pánico, trastorno de ansiedad generalizada, agorafobia), trastorno obsesivo compulsivo, consumos de alcohol y sustancias; trastornos de personalidad, trastorno dismórfico  corporal (TDC) -la relación entre el TDC y la AN ha sido poco estudiada, traduciéndose en una severa discapacidad psicosocial, con deficiente calidad de vida y alto riesgo suicida-; autolesiones, pensamientos suicidas e intentos de suicidio.

¿En quién se presenta la AN?

La aparición de la AN es más frecuente en la adolescencia, dada la magnitud de cambios biológicos, psicológicos y de redefinición del papel social en esta etapa de la vida, asociada a la preocupación por ser aceptados y el culto a la belleza. En su gran mayoría adolescentes mujeres y adultas jóvenes están entre los grupos con mayor prevalencia de los TCA; aunque también hay casos de adolescentes varones, niños en etapa escolar y se puede ver en algunas mujeres adultas (época de la perimenopausia). La prevalencia de vida de la AN en adolescentes está entre 0,3 % y el 2,2 %, y puntual de 0,1 % al 1,5 %, siendo mayor en mujeres en la adolescencia media y tardía. La tasa de prevalencia de 12 meses es del 0,4 % entre mujeres y se caracteriza por la tasa de mortalidad más elevada de todos los trastornos psiquiátricos.

Factores implicados en la aparición de la AN

  • Factores personales: se han encontrado algunos factores hereditarios implicados en la aparición de la AN. Aquellos que tienen un familiar en primer grado (madre, hermano, hijo) que haya tenido un TCA tiene mayor riesgo de presentar AN. Los rasgos de personalidad como el perfeccionismo, la ansiedad o la rigidez también influyen.
  • Factores biológicos: se han contemplado los péptidos reguladores del apetito. Los niveles incrementados de AgRP (proteína r-agouti), NPY (neuropéptido Y) y grelina se consideran impulsores de los aspectos gratificantes de la delgadez; mientras que los niveles bajos de leptina actúan como un desencadenante clave para la adaptación a la inanición, al comprometer varias regiones del cerebro, incluido el sistema de recompensa cerebral, y al inducir alteraciones de los ejes hipotálamo-hipófisis- órgano objetivo, por ejemplo, resultando en amenorrea como un síntoma característico de la AN. En un estudio reciente publicado en Scientific Reports (Nature) se estableció que una mayor concentración de orexina A (neuropéptido implicado en la ingesta de comida y procesos cognitivos) en el plasma de pacientes anoréxicas, se asociaba a un empobrecimiento de las funciones ejecutivas.
  • La dieta y pasar hambre: estar a dieta es un factor de riesgo para la aparición de un TCA. El hambre afecta al cerebro e influye en cambios en el estado de ánimo, rigidez mental, ansiedad y reducción del apetito. El hambre y el adelgazamiento podrían cambiar la función cerebral en personas vulnerables, lo que puede perpetuar la restricción alimentaria. Varios investigadores han argumentado que la restricción de alimentos y, a su debido tiempo, el hambre puede sensibilizar el sistema de recompensa cerebral, contribuyendo, o incluso representando una característica esencial para la búsqueda incesante de la delgadez en personas con AN.
  • Las transiciones: situaciones como cambiar de casa, escuela, separación de los padres o conflictos intrafamiliares; cortar con una relación, enfermedad o muerte de ser querido, pueden causar estrés emocional e incrementar el riesgo de AN.
  • Interacciones familiares perturbadas: especialmente en etapas tempranas de la vida (privación y violencia).
  • Interacciones familiares relacionadas con hábitos alimenticios: actitudes patológicas de alimentación por parte de los padres.
  • El sobrepeso y obesidad en la adolescencia: es una condición de riesgo para desarrollar un TCA; las presiones socioculturales para tener un peso ideal promueven una mayor valoración de la apariencia, pudiendo generar en el adolescente con sobrepeso vergüenza e insatisfacción corporal que empeora con el estigma de peso presente en la sociedad.
  • Presiones socioculturales sobre el peso: se dan por parte de los medios de comunicación, las relaciones interpersonales y familiares, centrados en un ideal de belleza. La cultura popular pone énfasis en estar delgado. Incluso con peso corporal normal, los adolescentes pueden tener la percepción de que están gordos. Esto puede desencadenar conductas inapropiadas en relación con la comida y ejercicio.
  • Las actividades preferidas: la participación en actividades que valoran mucho la delgadez, como modelaje, atletismo o danza, pueden incrementar el riesgo de presentar AN.
  • Pobre autoestima, insatisfacción con la imagen corporal: la baja satisfacción corporal es un factor de motivación para hacer dietas restrictivas, buscar por internet grupos que apoyan los TCA, como MIA y ANA, que empeoran la situación del paciente y dificultan su acceso a un tratamiento apropiado.

La AN es la tercera enfermedad crónica en la adolescencia; produce un deterioro físico y psicosocial importante.  Consecuencia de la malnutrición es la afectación de todo el organismo y el cerebro, lo que a su vez puede perpetuar este trastorno mental. Los factores genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y culturales pueden actuar como predisponentes, desencadenantes o mantenedores de la enfermedad, considerándose en la actualidad la AN como un complejo trastorno multifactorial.

Por su gravedad y disminución en la calidad de vida de los pacientes con AN, y el impacto familiar que se genera, es importante identificar los indicadores tempranos de la AN y evitar que progrese en el tiempo.  Si notas que una persona conocida o un familiar tiene baja autoestima, se preocupa mucho por la comida y el peso corporal, hace dietas restrictivas o ayunos, y se queja de su aspecto físico, considera la posibilidad de hablar con él o ella acerca de estos problemas e invitarlo a buscar ayuda profesional lo más pronto posible. Pensemos que conocer las características de la AN nos ayuda a facilitar su prevención y manejo oportuno. La AN no es una moda, una tendencia juvenil, ni un estilo de vida transitorio. Se trata de un trastorno mental que requiere de nuestra máxima atención, empatía y acompañamiento continuado.

El arte de saber vivir. 

 

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