Por: Cortesía

Nacional

Marcha de AMLO y su circulo más cercano

Una ola guinda inunda Paseo de la Reforma y sobre el ambiente festivo se siente un solo clamor. “Este es el pueblo de López Obrador, ¿cuál es el tuyo, pinche oposición”?.

Si el 13 de noviembre miles de ciudadanos marcharon en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador y su reforma electoral, en la que se puede considerar la madre de todas las marchas, la movilización de este domingo fue el amor no a un movimiento, sino a una persona. 

Pero también fue una remembranza de quienes se forjaron en el fuego de marchas y la protesta.

La secretaria de Energía, Rocío Nahle recuerda: “A los de Veracruz, nos tacaba hasta atrás”.

-Secretaría, pero hubo acarreo, se le reviró.

“No es el acarreo, es el pueblo. Es que no sabes cómo es la logística. Los de Coatzacoalcos me exigían que pusiera camiones, cuando era diputada podía, ahora no puedo”. 

De Palacio Nacional, a las 08:58 minutos, el titular del Ejecutivo abordó de su jetta blanco. Andrés Manuel López Beltrán, uno de los hijos del Mandatario, lo seguía a bordo de una Suburban negra.

Ambos llegaron las 9:10 a la calle de Hamburgo, a una cuadra del Ángel de la Independencia donde un mar de gente ya los esperaba, ahí en un improvisado círculo de seguridad ya lo esperaban las corcholatas presidenciales.

Una ambulancia siguió a distancia el viacrucis del Presidente, quien en 2013 sufrió un infarto al miocardio y en enero pasado le realizaron un cateterismo en el Hospital militar. 
 
El primero en llegar fue el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, luego el canciller Marcelo Ebrard, y al final la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien se abrazó y brincó de alegría al ver la candidata del Morena en el Estado de México Delfina Gómez.

Sonriente, entre empujones López Obrador comenzó su pasó. El recorrido eran cuatro kilómetros que en condiciones normales se recorrerían en 40 o 45 minutos; el mandatario y sus corcholatas lo hicieron en casi seis horas, es decir, una hora y media, en promedio, por kilómetro.

Con pejeluches en las manos, “amlitos”, baby Yoda, los incondicionales del lopezobradorismo caminaron junto al presidente. Mujeres y hombres adultos, jóvenes, amas de casa, obreros, contingentes como el SME y el SNTE, arroparon al  mandatario. 

Los momentos más tensos fue cuando la ola guinda que se desbordaba y rompía la valla humana para proteger al Mandatario, formada por el equipo de Ayudantía quedó rebasado ante la multitud que se acercaba para poder tocar, saludar o buscar una fotografía con sus teléfonos celulares.

El vocero de presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, bañado en sudor, tuvo que entrar a empujar gente, abrir paso, reclamaba que abrieran la valla para que pasara el Presidente.

Alberto Rojas “Rojitas”, a quien el Presidente le confía su vida, también se sumó al cinturón de seguridad humano. Hombro a hombro, el hombre más leal de López Obrador. 

Ante ese mar de gente, casi impenetrable, la altura del Senado de la República, el equipo del presidente le sugirió tomar su vehículo y llegar en auto al Zócalo. La gente se lo impidió y el tabasqueño tampoco lo aceptó y siguió su pasó por la principal avenida del país.

Pero era tal la acometida de sus simpatizantes que por momentos llegaban hasta el Mandatario, quien se movía de un lado a otro; uno de los elementos de la Ayudantía cayó a sus pies. Sonriente López Obrador lo ayudó a incorporarse.

“¿Estas bien? Le preguntó el mandatario, al tiempo que le dio una palmada en la mejilla para reconformarlo y siguieron adelante.

Pasando la calle de la Fragua, el presidente apretó el paso, el secretario de Gobernación reclamaba a su equipo que no se rompiera el cerco humano.

Alberto Rojas “Rojitas”, a quien el Presidente le confía su vida, también se sumó al cinturón de seguridad humano. Hombro a hombro, el hombre más leal de López Obrador. 

Ante ese mar de gente, casi impenetrable, la altura del Senado de la República, el equipo del presidente le sugirió tomar su vehículo y llegar en auto al Zócalo. La gente se lo impidió y el tabasqueño tampoco lo aceptó y siguió su pasó por la principal avenida del país.

Pero era tal la acometida de sus simpatizantes que por momentos llegaban hasta el Mandatario, quien se movía de un lado a otro; uno de los elementos de la Ayudantía cayó a sus pies. Sonriente López Obrador lo ayudó a incorporarse.

“¿Estas bien? Le preguntó el mandatario, al tiempo que le dio una palmada en la mejilla para reconformarlo y siguieron adelante.

Pasando la calle de la Fragua, el presidente apretó el paso, el secretario de Gobernación reclamaba a su equipo que no se rompiera el cerco humano.