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Evitamos una desgracia en La Huacana, Michoacán: Sedena

 Evitamos una tragedia en La Huacana, Michoacán, respondió la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), cuyos militares fueron retenidos y desarmados por pobladores el pasado domingo.

En una tarjeta informativa enviada al periodista Ciro Gómez Leyva, la institución militar subrayó que la cautela en el actuar de los castrenses fue para evitar un asunto que podría generar daños.

Mujeres y niños para frenar acciones

De acuerdo con la Sedena, el enviar a mujeres y niños para confrontar o evitar la presencia de las autoridades en las áreas de influencia y restringir la acción de la justicia es un procedimiento de las autodefensas y de grupos delictivos de esa región, como son “Los Viagras” y el “Cártel Jalisco Nueva Generación”.

Sin embargo, subraya la Sedena, Michoacán no es la única entidad donde los grupos criminales actúan de esta forma. También se han presentado casos similares en Estado de México, Hidalgo y Puebla.

Hechos de La Huacana, ejemplo del riesgo que corren militares

De acuerdo con la dependencia, lejos de lo que mencionan muchos detractores de las Fuerzas Armadas, México tiene un Ejército profesional, respetuoso de los derechos humanos y cercano a la población, y que sabe hacer un uso racional de la fuerza.

Asimismo, señala que los hechos de La Huacana refutan los falsos argumentos de que el Ejército no está capacitado en Derechos Humanos, y que como se puede apreciar, los soldados de infantería “demostraron disciplina y temple para evitar caer en las provocaciones”.

No obstante, señala la Sedena que los hechos ocurridos en la entidad gobernada por Silvano Aureoles (PRD) ofrecen una idea del riesgo de vida que corren los más de 60 mil efectivos militares desplegados de manera permanente a lo largo del territorio nacional.

Otro caso sobre la cautela de los militares

Hay otro caso muy sonado sobre el actuar cauteloso de los elemento de la Sedena: El 19 de enero cuando explotó una toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo.

La mañana de aquel viernes, un grupo de soldados llegó hasta la toma, donde ya decenas de personas se encontraban con garrafones, bidones y cubetas para extraer el combustible que brotaba.

Los 25 militares que vigilaban la zona pidieron a los habitantes que se alejaran de la toma porque era peligroso, pero fueron increpados por las mismas personas, por lo que los efectivos del Ejército optaron por retirarse de la zona y mirar desde lejos lo que en horas después se convirtió en tragedia.

Para expertos en derecho militar y seguridad nacional, los soldados actuaron de manera correcta y apegada al manual de uso de la fuerza de aplicación común.

 

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