Que siempre no…

Pues que siempre sí se quedó el Congreso plantado con la comparecencia del Ejecutivo en el Palacio Legislativo, y en prudente emulación a sus antecesores hizo uso del patio del Palacio Nacional para dar su discurso cómodamente entre quienes pertenecen a sus huestes, o por lo menos la mayoría si consideramos a los gobernadores de partidos contrarios a MORENA que hicieron acto de presencia. Ni siquiera la marcha anti-AMLO pudo incomodar al Presidente por más lejano que se escuchara el aullido de sus altavoces.

            No hubo ni hay manera de hacer contrapeso en lo que a la idea presidencial de lo que debe ser la conducción del país, por un lado porque se ha dejado muy de lado su presencia ante los Diputados, no sin culpa, pues los panistas y priístas tomaron la misma posición que habrían tenido los morenistas en los pasados años de repudiar a la figura presidencial sólo por ser de diferente color; y por otra parte las protestas que tienen parco poder de convocatoria entre los votantes de este país, que se explica por los porcentajes de aceptación hacia el Presidente que en la mayoría de las encuestas lo ubican entre 60% y 70%.

            Mucho se insiste en la idea de los contrapesos a los cuales se anunciaba desde la elección de año pasado que no existirían ante la aplastante victoria de los morenistas en las elecciones federales. Aquellos que están más del lado de ellos, pensaran que es lo ideal para que se haga la voluntad presidencial, pero no podemos dejar de lado, como Pueblo Mexicano, nuestro papel de criticar y exigir que la situación mejore. Es decir, la aprobación absoluta del actuar de nuestros políticos evolucionaría en un totalitarismo al no tener poder de crítica en su contra, y aunque el actual gobierno jure y perjure que no incurrirá en la reelección, eso no nos salva de que en el futuro se le ocurra a otro cualquiera para instalar una dictadura.

            En realidad quienes hoy critican al Presidente pecan de demasiada inocencia y se basan en hechos que parecen hasta básicos y evidentes. Pocos son los que realizan un análisis de las situaciones o que usan el mismo discurso del Ejecutivo para cuestionarlo, por ejemplo, ¿en qué se va a usar y cómo se va administrar el ahorro de los cincuenta mil millones de pesos que fueron presumidos el pasado Primero de Septiembre? Por eso, cuando llegan manifestaciones de menos de dos mil personas que parecen carecer de argumentos, son denostados por la mayoría de los que se interesan un poco por la política en nuestra sociedad. Por eso, carece de validez aquellos pseudo nuevos movimientos partidistas que buscan hacerse un lugar en la agenda nacional intentando revivir figuras políticas extremadamente desgastadas y con poca o nula autoridad moral para poder criticar a nadie. Por eso parece muy acertado que AMLO diga que sus adversarios políticos están moralmente derrotados.

            Y cómo no van a ser de ese modo, cuando lo mejor que encontró la oposición para criticar fue que en el templete aparecía la leyenda de ‘Tercer Informe de Gobierno’ cuando la tradición considera que es el primero de acuerdo con el año al que corresponde del sexenio. Muchos dirán que lo sucedido después en el Congreso, tras la renuncia del Presidente de la Mesa Directiva, es resultado del buen accionar de los partidos de oposición, pero habría que hacer un análisis más profundo, pues el hecho de llamar traidor y espurio a Muñoz Ledo y luego aplaudir su renuncia y reconocerlo como un acto congruente, le quita credibilidad a su posición, por muy legítima que ellos la crean tener.            Parece más congruente, por ejemplo, el Diputado Noroña, que sí cuestionó al Presidente por el hecho de no haber acudido al Congreso a entregar su Informe de Gobierno, pues aunque es de su mismo partido, eso no implica que siempre deba estar de acuerdo con la figura del Ejecutivo.

            En este momento, no sólo la Presidencia de la República, sino sendas Cámaras Legislativas y el Poder Judicial, requieren de crítica constructiva, pues es de esta manera como se pueden señalar los errores a ser corregidos, más que de descalificaciones por parte de sus adversarios, que muchas veces instigan a la sociedad a crear odio y desacuerdo entre los individuos que apoyan a uno u otro partido, y son este tipo de sentimientos entre los participantes de la sociedad los que deben evitarse para poder avanzar en lo que más urge al país: su pacificación para que haya un cese a la violencia que tanto dolor ha traído a nuestro Pueblo Mexicano.

El Diáfano.

           

 

Por: Cortesía

Columnistas

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