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¿Los millennials deberían vacunarse primero contra el COVID-19?

Si la vacuna de Pfizer-BioNTech recibe la aprobación regulatoria antes de Navidad, podremos aplaudir a los científicos por su heroico trabajo. Pero serán las decisiones de distribución que tomen los gobiernos las que determinen la rapidez con la que podremos salir del confinamiento por el COVID-19. El Reino Unido se ha puesto en una posición sólida para acceder a las vacunas inicialmente, pero su estrategia de priorización y distribución necesita una cuidadosa reflexión.

El Grupo de Trabajo Nacional sobre Vacunas del Reino Unido se preparó desde el principio, ordenando 340 millones de dosis de vacunas entre seis tratamientos experimentales diferentes. La vacuna de Pfizer es una de ellas y Gran Bretaña debería ser uno de los primeros beneficiarios, ya que recibirá un total de 40 millones de dosis de la vacuna y posiblemente una parte de eso antes de Navidad. Se requieren dos dosis para alcanzar su eficacia, lo que significa que se pueden vacunar 20 millones de británicos.

Es una gran noticia, pero el corolario es que tiene que haber un racionamiento. El sistema de salud del Reino Unido tiene experiencia con eso, por supuesto. El Instituto Nacional de Excelencia en Salud (NICE, por sus siglas en inglés) del país evalúa medicamentos y tratamientos y establece protocolos para determinar quién recibe qué.

¿Cómo se debe distribuir una vacuna? La estrategia de vacunación del Reino Unido, publicada por primera vez en The Lancet a fines del mes pasado, establece niveles de priorización, comenzando por vacunar a los más ancianos y a aquellos que trabajan en hogares de ancianos antes de ir avanzando por tramos etarios. Dar prioridad a los miembros más vulnerables de la sociedad es un enfoque común.

La estrategia de Alemania es vacunar primero a los grupos en riesgo, junto con médicos y enfermeros. Se estima que 40 por ciento de la población reciba las primeras vacunas en virtud del plan alemán.

Pero ¿qué pasa si vacunar a los ancianos primero no es la mejor manera de minimizar las muertes? Un modelo publicado hace poco (pero que aún no ha sido revisado por pares) de tres académicos de la Universidad de Khalifa sugiere que se debe dar prioridad a los grupos con el mayor número de interacciones presenciales diarias, ya que amplifica la efectividad de la vacuna al reducir las infecciones (y la mortalidad) entre los vacunados y aquellos con quienes entran en contacto. Según su modelo, la priorización adecuada puede reducir las muertes totales hasta en un 70 por ciento.

Si amplificamos el efecto inmunitario de cada dosis de vacuna enfocándonos en aquellos con el mayor número de interacciones, tendríamos en la primera línea a los trabajadores de la salud, pero tal vez los siguientes deban ser trabajadores más jóvenes y aquellos en el sector de la hostelería. Quizás los niños también deberían estar al inicio de la lista. A pesar de que parecen ser los menos afectados por la enfermedad, pueden tener muchas interacciones diarias, especialmente con las escuelas abiertas.

A veces se hace algo similar con respecto a los programas de vacunación contra la influenza estacional. Las poblaciones más jóvenes tienen menos probabilidades de desarrollar un cuadro grave, pero es más probable que transmitan la enfermedad a aquellos que sí podrían desarrollarlo. Y las muertes por influenza no parecen disminuir mucho con los programas de vacunación dirigidos solo a ancianos. Siguiendo esta lógica, varios países (Finlandia, Letonia, Eslovaquia y el Reino Unido, entre ellos) han alentado la vacunación contra la influenza de niños para evitar una propagación más amplia.

Hay otras consideraciones éticas. Dado que los ensayos no incluyen una relación proporcional de la población con mayor riesgo de morir por la enfermedad, la eficacia (y seguridad) de una vacuna entre este grupo es más difícil de establecer. Vacunar a los jóvenes antes y más rápido, incluso ofreciendo incentivos financieros por hacerlo, ayudaría a acumular más datos sobre la vacuna y, al mismo tiempo, posiblemente reduciría la propagación en la población.

Por supuesto, valdría la pena evitar riesgos desconocidos de seguridad para proteger a los ancianos (ya que las tres cuartas partes de las muertes se produce en el grupo etario de más de 65 años) y los inmunocomprometidos. Pero cualesquiera que sean sus cálculos, el Gobierno debe ser transparente sobre sus modelos y las consideraciones que contienen; hasta ahora, esa información ha sido deficiente.

El éxito de un programa de vacunación temprana con suministros limitados también depende de la efectividad con la que se puedan implementar las dosis disponibles. En Alemania, se están estableciendo 60 centros de vacunación en todo el país y el Bundeswehr (el ejército alemán) participa en la logística. Los trabajadores médicos recibirán capacitación sobre cómo almacenar la vacuna y administrarla adecuadamente. Eso no es tarea fácil, ya que la vacuna de Pfizer debe transportarse a una temperatura ultra fría de -70 grados centígrados. Alemania también está estableciendo una base de datos para realizar un seguimiento de cuáles son los grupos de la población que se han vacunado y con qué vacuna y lote específico, para ayudar a un programa más amplio.

Los planes divulgados públicamente en el Reino Unido son más vagos. También se está hablando de crear sitios de vacunación masiva, pero la vacuna también se distribuiría a través de consultorios médicos y hospitales. El secretario de Salud, Matt Hancock, asignó 150 millones de libras (199 millones de dólares) adicionales para apoyar el esfuerzo. Pero es lógico preocuparse de si esta implementación funcionará según lo planeado. Tener muchos puntos de distribución hará que la vacuna sea más fácil de acceder, pero también aumentará el riesgo de que las dosis se contaminen por un almacenamiento incorrecto o de que aquellos que no son elegibles se vacunen. El robo incluso podría ser una preocupación.

Las limitaciones de suministro deberían comenzar a disminuir en algún momento del próximo año. Pfizer espera poder ofrecer su vacuna en formato de polvo para hacerla más transportable. Y para fines de 2021, la expectativa es que también estén disponibles más vacunas que sean más fáciles de almacenar. Cuantas más vacunas aprobadas haya, más amplios serán los programas. La estrategia del Reino Unido también incluye sabiamente terapias, como un cóctel de anticuerpos en desarrollo de AstraZeneca, que podría ser útil en casos en que las personas no puedan ser vacunadas (como personas con inmunodepresión grave).

Esta semana ha habido buenas noticias sobre las vacunas, pero los próximos pasos deben planearse cuidadosamente. Todavía estamos lejos del punto en que habrá una vacuna disponible para todos. Hasta entonces, la priorización y la distribución son clave. Los científicos que nos presentaron la vacuna de Pfizer nos mostraron la puerta de salida. Ahora depende de los gobiernos hacer que la gente la cruce.

 

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