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Estrategias efectivas para que los niños disfruten frutas y verduras

Es común que los niños rechacen ciertos alimentos, en especial frutas y verduras. Esta situación suele frustrar a padres y cuidadores, quienes sienten que han intentado todo sin éxito. Sin embargo, la ciencia demuestra que un alimento nuevo requiere entre 8 y 15 exposiciones antes de ser aceptado.

La clave está en la repetición sin presión: ofrecer porciones pequeñas, atractivas y en diferentes momentos, sin obligar ni negociar con premios.

El poder del ejemplo y la convivencia familiar

Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si observan a los adultos disfrutar frutas y verduras, terminarán por imitarlos.

Comer en familia, sin pantallas ni discusiones, crea un ambiente positivo que fomenta la curiosidad y disposición hacia nuevos alimentos.

Involucrarlos en la cocina y la elección de alimentos

Permitir que los niños participen en la selección y preparación de alimentos convierte la comida en una experiencia divertida. Desde elegir una fruta nueva en el supermercado hasta ayudar a lavar, mezclar o servir, la participación aumenta su interés.

Presentaciones divertidas y atractivas

La creatividad también cuenta:

  • Platos coloridos que llamen la atención.
  • Cortadores de figuras para verduras.
  • Brochetas de frutas o licuados con espinaca o betabel que aporten color.
  • Salsas saludables para acompañar.

La variedad en las preparaciones ayuda a descubrir cómo aceptar un alimento. Por ejemplo, quizá un niño no quiera zanahoria cocida, pero sí rallada en ensalada o en un muffin casero.

Evitar etiquetas negativas y celebrar avances

Llamar a los niños “malos para comer” o “picky eaters” solo refuerza su resistencia. En cambio, se deben celebrar los pequeños avances, como probar nuevas texturas u oler un alimento desconocido.

Paciencia, constancia y hábitos para toda la vida

La nutrición infantil no se logra en un día, pero cada esfuerzo suma. Con paciencia, opciones variadas y un entorno positivo, los niños no solo aceptarán más frutas y verduras, sino que aprenderán a disfrutarlas.

Enseñar a comer saludable también significa compartir buenos momentos en familia y sembrar hábitos que duren toda la vida.


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