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¿Qué sabes sobre la cronopatía? La obsesión por aprovechar el tiempo

La cronopatía, nombre que deriva del dios del tiempo, Cronos, y el sufijo patía (enfermedad, condición), hace referencia a la obsesión por el tiempo y la dificultad para detenerse, inclusive ante el agotamiento.

Muchos nos preocupamos demasiado por aprovechar al máximo nuestro tiempo y hacemos hasta lo imposible para conservar el récord personal de días productivos. El hábito no escapa a la práctica común: Marian Rojas Estapé, autora del libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas, opina en su web oficial: 

“Hoy en día, vivimos expuestos a un convencimiento que resulta muy perjudicial para la sociedad: que la prisa y la aceleración producen mayores y mejores resultados”. 

Estapé añade: “Si alguien comenta: no tengo tiempo… tengo prisa… estoy muy liado, lo asimilamos como normal y correcto. En cambio, cuando alguien dice que le sobra tiempo, uno se sorprende y juzga negativamente a la persona que tiene enfrente”.

¿Te suena familiar la escena? Es más común de lo que imaginas.

¿Por qué estamos cada día más obsesionados con el tiempo?

Nadie puede negar que vivimos en una era donde la velocidad y las prisas son parte de nuestro día a día. Los horarios ajustados y la enorme agilidad con que debemos hacer nuestro trabajo es cada vez más evidente; el ritmo de vida se desarrolla de forma intensa y, todo lo que hoy funciona, mañana carecerá de valor.

Los entendidos sugieren que la sensación de que el tiempo vuela nos ha convertido en personas impacientes, que no saben escuchar ni disfrutar del presente.

Leopoldo Martínez, columnista de El Nacional, hace una reflexión interesante sobre la obsesión por el tiempo: “miramos el reloj hasta cuatro veces en una hora; pensamos en el tráfico que podría afectarnos al salir de la oficina o al ir rumbo al colegio a buscar a nuestros hijos; definimos nuestro desayuno o nuestra cena en función del tiempo que disponemos para prepararlo…”. Además, hemos privilegiado la rapidez, la acumulación y las grandes cantidades por encima de los detalles y de la profundidad. 

Las condiciones de vida modernas han tenido que ver con el hecho de que vivamos en un estado constante de preocupación que nos genera estrés, ansiedad e incluso síntomas depresivos cuando sentimos que ‘hemos perdido tiempo’ destinado a hacer algo ‘importante’. Así vamos poco a poco dejando de tener contacto con nuestras emociones, pues vivir de forma acelerada anula nuestras posibilidades de acceder a los pequeños y grandes placeres de la vida. El resultado final: la enfermedad.

Se pierden cosas más valiosas 

El ajetreo y la obsesión por el tiempo pueden hacer que perdamos oportunidades especiales e irrepetibles. Nos negamos a mirar hacia otro lado, así que la vida transcurre sin nuestra participación, y no se detienen.

Con los años, entendemos que nada puede hacerse para recuperar, no el tiempo, sino la vida, los sueños y las experiencias. 

En el diario El Clarín, Estapé explica: “creo profundamente que el descanso verdadero se encuentra en vía de extinción. Vivimos convencidos de que la prisa y la aceleración producen mayores y mejores resultados en la vida”.

Descansar es una necesidad básica del ser humano, sin ella, el equilibrio físico y mental se ve alterado, por lo que es alarmante saber que la sociedad en general se encuentra activa día y noche sin parar. 

La autora nos invita a aprender a parar para poder observar y disfrutar. “¿Te has fijado que para observar y contemplar de verdad hace falta pararse? Corriendo no se percibe la belleza”, es una de sus reflexiones.  

Es hora de intentarlo. Detente al menos una vez al día y permítete apreciar lo que hay a tu alrededor, en especial las personas que están cerca de ti.

Toma un buen café, sal a caminar o reúnete con familiares, siempre y cuando sea sin pensar en las tareas que tienes pendientes. Déjate llevar, a veces la vida tiene cosas muy buenas solo esperando que te relajes. 

El arte de saber vivir. 

 

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