Por: Cortesía

Qué podemos esperar del tercer año de pandemia, según la ciencia

Nuevos tratamientos de anticuerpos y antivirales, mejores vacunas, ¿y más encierros? Esto podemos esperar del tercer año de pandemia.

Encierros obligatorios. Medidas de seguridad sanitaria rigurosas. Distancia con los seres queridos. Pánico ante los espacios cerrados, sin ventilación y con mucha gente. Todos estos escenarios se presentaron durante los meses más crudos de la pandemia por COVID-19, a casi dos años de iniciada la emergencia sanitaria. A pocas semanas de terminar 2021, una pregunta generalizada empieza a hervir en la mente de las personas: ¿qué podemos esperar del tercer año de pandemia?

Natasha Loder, editora de políticas de salud para The Economist, está segura de que la vivencia del 2022 dependerá ampliamente de la distribución inequitativa de vacunas entre los países pobres y ricos. Aunque los negocios pequeños, los comercios más nutridos y el sector educativo han sufrido estragos significativos a raíz de la emergencia sanitaria, podría ser que el panorama se ensombrezca de nueva cuenta si la vacunación no avanza más rápido. Esto es lo que sabemos.

Disparidad, resistencia y desinformación

Una multiplicidad de productos milagro contra COVID-19 afloraron durante los primeros meses de pandemia. Ante la resistencia de millones de personas por aceptar la vacunación completa como una alternativa para protegerse del virus, la desinformación, el miedo y la confianza en figuras públicas dudosas conjugaron una triada mortal.

De acuerdo con Loder, una amplia disparidad de oportunidades se presentará en 2022, decantada por la falta de acceso a las vacunas:

“En los países más ricos y bien vacunados del mundo, el año tres de la pandemia será mejor que el año dos, y la COVID-19 tendrá un impacto mucho menor en la salud y las actividades cotidianas. […] Pero en los países más pobres, menos vacunados o ambos, los efectos nocivos del virus persistirán”, escribe para The Economist.

A pesar de los esfuerzos notables que organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han hecho para disuadir las noticias falsas y la desinformación en redes sociales, sigue habiendo personas que optan por no recibir la vacuna contra COVID-19. Según las cifras más recientes de la institución, al día de hoy se han confirmado 263 millones 563 mil 622 casos de coronavirus, de los cuales, se han registrado más de 5.2 millones de muertes.

En contraste, un total de 7 mil 934 millones 222 mil 455 dosis de vacunas se han administrado entre primera, segunda y tercera dosis en los meses de pandemia. A pesar de que, a primera vista, la cifra es gigantesca, las resistencias culturales, políticas y económicas siguen siendo un obstáculo significativo para terminar con la crisis sanitaria.

¿Nos volveremos a encerrar?

La gente está cansada. Esto no quiere decir, sin embargo, que los encierros obligatorios se hayan terminado para siempre. Si bien es cierto que las jornadas de vacunación en América Latina están avanzando, hay personas que todavía no tienen acceso ni siquiera a la primera dosis. Esto ralentizará que la población en los países más pobres esté completamente protegida, y lo que es más, que reduzca su probabilidad de caer gravemente enfermos de COVID-19.

Aún así, asegura Loder, las jornadas de vacunación avanzarán en niños pequeños, “tan jóvenes como de 6 meses de edad”, explica. Las políticas de viaje también cambiarán, con nuevos filtros aéreos y marítimos. Lo que es más, seguramente habrán documentos a manera de ‘pasaportes COVID-19‘, que garanticen que las personas están completamente protegidas contra el virus.

Para mediados de año, vaticina la editora, “La inmunidad y los tratamientos pueden estar lo suficientemente extendidos”, por lo que se podrá “reducir el número de casos y reducir el riesgo de nuevas variantes“. Esto podría traducirse en que el virus se vuelva endémico en varios países. Lo más preocupante, sin embargo, sigue siendo la aparición de una variante que pueda evadir todos los fármacos existentes, de manera que pueda seguir cobrando vidas a lo largo del tercer año de pandemia.

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