Por: Cortesía

Mary Shelley: La dama del horror

Desde que tenía seis años, a Mary Shelley le gustaba esconderse debajo del sofá donde solían descansar las visitas de su familia. Escuchaba las conversaciones acaloradas que su padre, William Godwin (1756-1836), entablaba con su círculo cercano de amistades, en el cual figuraban, entre otras, personalidades como el renombrado poeta William Wordsworth (1770-1850) o el químico Humphry Davy (1778-1829), descubridor de los elementos potasio, calcio y sodio. Por Oscar Miyamoto Gómez

Fue precisamente a los seis años de edad cuando la niña escuchó una charla en particular que definiría el resto de su vida, de parte del cirujano y anatomista Sir Anthony Carlisle (1768-1840), quien en 1800 descubrió la electrólisis.

Aquella vez el científico habló sobre los experimentos del físico italiano Giovani Aldini (1762-1834), en los que reanimó tejidos y extremidades de cadáveres mediante electrificación (ver “El lado oscuro”, edición de junio 2012). Desde entonces Mary desarrolló un notable interés por estudiar filosofía natural. Este entorno sentó las bases para que la niña curiosa se volviera una lectora ávida que años más tarde pasaría a la historia como un referente obligado en la corriente gótica. 

Cuna liberal

Durante el siglo XIX, en Inglaterra se consideraba impropio que una mujer recibiera educación formal e ignorara el quehacer doméstico; sin embargo,Mary Shelley aprendió a leer con libros provenientes de la biblioteca de sus padres, donde había material poco accesible para las damas de la época. Particularmente, la niña se vio influenciada por los textos de su progenitor: el ensayo político Enquiry Concerning Political Justice (1793), y Caleb Williams (1794), la primera novela policiaca en inglés.

Su madre, Mary Wollstonecraft (1759-1797), falleció cuando dio a luz a la escritora, sin embargo su obra A Vindication of the Rights of Woman (1792), un manifiesto al que se recurrió en la fundación filosófica del movimiento feminista, llegó a manos de la infante de 11 años. Debido a este impulso intelectual, Mary escribió un cuento en rima titulado Mounseer Nongtongpaw; or, the Discoveries of John Bull in a Trip to Paris, publicado en 1805 bajo el sello editorial de su familia, M. Godwin and Co., que financiaría varias series de libros juveniles.

En 1812, al cumplir 15 años, Mary fue enviada a vivir con las hijas del inglés William Baxter, amigo cercano de su padre.

En Dundee, Escocia, el estilo de vida victoriano y los paisajes la inspiraron notablemente para la creación literaria de su novela Mathilda, que comenzaría a componer siete años más tarde. Durante su estancia conoció a quien sería su pareja por el resto de su vida, el poeta romántico Percy Bysshe Shelley (1792-1822).

Dos años más tarde, al regresar a Londres, la adolescente decidió fugarse a París y vivir con el literato, considerado un pensador radical y liberalista. Este último la ayudó en sus investigaciones históricas para la composición de novelas románticas como Valperga (1823), para la cual se documentó con medio centenar de libros sobre costumbres medievales en Italia. Debido a que mantenía un registro detallado de sus viajes y estudios en proceso, Mary Shelley se volvió una cronista prolífica. 

Chispa del terror

En 1816, luego de nacer su hijo William, la pareja Godwin-Wollstonecraft viajó a Ginebra, Suiza, para conocer al poeta inglés George Gordon Byron (1788-1824), una de las figuras románticas más destacadas de la época. Durante su visita en junio, el grupo de intelectuales se reunió para leer Fantasmagoriana, o colección de historias de apariciones, espectros, fantasmas, etc. (1812), una colección de cuentos populares.

Luego de lo anterior, la tertulia literaria versó sobre los hallazgos del doctor Erasmus Darwin (1731-1802) en materia de reanimación del microorganismo Vorticella, un protozoo. Godwin le explicó a Byron cómo el abuelo del naturalista inglés Charles Darwin observó que, al ser extraídos de su medio acuático, esas criaturas podían permanecer estáticas, como si estuvieran muertas, por meses, y de su capacidad para reanimarse de vuelta en el agua.

En este contexto, Byron retó a la pareja a escribir un cuento sobre fantasmas. Esa noche la joven de 19 años tuvo una pesadilla que ella misma narró de la siguiente forma:

“Vi a aquel estudiante de artes impías arrodillarse a un costado de la cosa que había ensamblado. Luego, vi el espíritu espantoso de un hombre recostado que, por medio de un mecanismo potente, mostró señales de vida, y despertó con movimientos extraños y moribundos. Le dio la chispa de la vida.”  

A las pocas semanas, Mary estructuró una versión elemental de lo que se convertiría en su obra más famosa, Frankenstein o el Prometeo moderno (1818). La popularidad de la novela, editada en tres tomos, fue tal que en el mismo año de su publicación se le realizaron seis adaptaciones teatrales diferentes, como Richard Brinsley Peake’s Presumption; or the Fate of Frankenstein, a la cual Shelley asistió. 

El significado detrás de Frankenstein ha sido motivo de un sinnúmero de interpretaciones por parte de investigadores en literatura inglesa, quienes han señalado al texto como un mito cultural que supera la importancia de una leyenda o una novela popular, debido a que es la primera historia donde el hombre mortal es quien engendra un nuevo orden de criaturas, y no un dios. Por ejemplo, la especialista en literatura romántica Anne Kostelanetz Mellor, de la Universidad de California en Los Ángeles, EUA, indica que Wollstonecraft realizó un retrato literario del científico moderno y una metáfora de la explotación de la naturaleza para los fines privados de una sociedad tecnológica. 

Corresponsal y diplomática

Algunos críticos literarios señalan que el verdadero mérito artístico de Shelley yace en la recreación vívida de la realidad, típica del Romanticismo. Lo cual se manifestó en sus crónicas de viajes por Europa, y en las epístolas que intercambiaba con sus colegas y amigos.

Pocos biógrafos han destacado la importancia de esas bitácoras turísticas, pues para los lectores londinenses era prácticamente imposible viajar a las demás capitales del continente, sin mencionar que las guerras napoleónicas hacían peligroso transitar las fronteras francesas, hasta que la paz llegó en 1814. En este sentido, Shelley fue vista como una corresponsal periodística y literaria de su país, al grado de fungir como embajadora simbólica entre Italia e Inglaterra en la década de 1820.

Esto se vio reflejado en textos como el artículo “Recollections of Italy” (London Magazine, 1824) y el libro Lives of the Most Eminent Literary and Scientific Men of Italy, Spain, and Portugal (1835).

En 1821 la familia Shelley se estableció en Pisa, Italia, donde Byron se les unió para seguir compartiendo sus ideas y trabajos de letras. Al siguiente año, el esposo de Mary se ahogó durante un viaje al Golfo de La Spezia, en ese mismo país. Para entonces, de sus cuatro hijos sólo Percy Florence seguía vivo, los demás perecieron durante la infancia a causa de distintas enfermedades.

En 1823 Mary Shelley volvió a su tierra natal para editar el trabajo pendiente del poeta difunto: Posthumous Poems of Percy Bysshe Shelley (1824). También escribió cinco novelas románticas que fueron ampliamente criticadas por los círculos literarios. Se trató de trabajos semiautobiográficos que realizó con el mero propósito de sustentarse económicamente, entre ellos Lodore (1835) y Falkner (1937).a

Por sus últimas obras, como The Last Man (1826), recibió atención de algunos grupos feministas, pues en ellas cuestionaba al orden patriarcal de la sociedad. Este texto es un relato apocalíptico y de ciencia ficción ubicado en pleno siglo XXI, donde la civilización humana es arrasada por una plaga misteriosa, guerras y depresión emocional. Sus últimos seis años de vida los pasó sin escribir o publicar. Mary Shelley Falleció en Londres el primero de febrero de 1851, posiblemente por un tumor cerebral. 

Texto publicado en la edición de julio de 2012 | Revista Muy Interesante México.

MUY INTEREANTE.

 

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