Por: Cortesía

La sanguinaria y dramática historia de María Trinidad Ramírez poblano: "La tamalera de los portales"

La historia de María Trinidad Ramírez Poblano, la “Tamalera de la Portales”, es uno de los casos más sonados en la nota roja mexicana.

En la calle Pirineos 15 Bis., en la Colonia Portales, Ciudad de México, María Trinidad Ramírez Poblano vivía junto a Pablo Díaz Ramírez, padrastro de sus tres hijos y quien se ganaba la vida como peluquero. Ella vendía tamales frente a una panificadora en Ermita Iztapalapa casi esquina con Emiliano Zapata (según el diario La Prensa). Por ello era conocida en su colonia como la Tamalera. Sin embargo, su historia la llevaría a ser mejor conocida como la Tamalera de la Portales.

Nada era sencillo en aquel hogar. Díaz Ramírez no trabajaba y solía maltratar a sus hijastros. Cansada de los incontables abusos cometidos, la noche del sábado 17 de julio de 1971, María Trinidad llevó a cabo lo impensable: asesinó a Díaz Ramírez.

Algunas fuentes mencionan que lo hizo de un disparo con pistola, pero la versión oficial es que le asestó cuatro golpes en la cabeza con un bate de béisbol.

Como suele pasar con muchos asesinos que buscan la mejor manera de deshacerse de la evidencia, María Trinidad descuartizó el cuerpo de su marido con un hacha y arrojó los restos metidos en bolsas a un lote baldío y otros sitios.

Aparentemente nadie tenía que enterarse de lo ocurrido, sin embargo, una mujer que se dedicaba a la limpieza doméstica halló los primeros restos de Pablo Díaz al lado de la casa donde trabajaba. Así fue como se dio aviso a la policía, quien identificó las huellas dactilares de la víctima debido a que tenía antecedentes penales.

La confesión de la Tamalera de la Portales

Lo primero que hicieron las autoridades fue buscar a María Trinidad Ramírez para interrogarla. Al llegar a su domicilio, encontraron más pistas de lo ocurrido: un hacha, una segueta y una sierra, sobre una silla. Todo ello con manchas de sangre.

Pero aún había más: en un bote con agua encontraron la cabeza de Pablo Díaz Ramírez.

Cuando interrogaron a María Trinidad, ella confesó todo: los maltratos hacia ella y sus hijos, el resentimiento hacia su exmarido, así como el crimen. La confesión más sorprendente llegó cuando dijo que al no saber dónde esconder la cabeza, la usó como carne para preparar tamales.

“Usé el hacha y luego la lavé con cuidado, nada de segueta o cuchillo; luego saqué el carrito de madera y llevé el costal hasta la Avenida Plutarco Elías Calles, más tarde por Emiliano Zapata y llegué hasta San Andrés Tetepilco, frente al depósito del Servicio de Transportes Eléctricos”.

Así nació el apodo de la Tamalera de la Portales, uno de los casos más sonados de la nota roja en México.

Vida en la prisión y después de ella

El 29 de julio de 1971,  María Trinidad fue acusada de homicidio y violación a la ley general sobre inhumaciones y profanación de cadáveres. La sentencia por ello: 40 años de prisión.

La Tamalera de la Portales fue llevada primero al Centro de Reclusión Femenil de Tepexpan, Xochimilco. De ahí se le trasladó a una de las prisiones femeniles más populares: el penal de Santa Martha Acatitla. Sus hijos fueron acogidos por una casa de protección social en la delegación Azcapotzalco.

Debido a su buen comportamiento y a que era una católica devota, María Trinidad sólo cumplió la mitad de su sentencia. Por lo tanto, fue liberada antes de tiempo y volvió a su natal Tequixquiac, en el Estado de México.

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