Por: Cortesía

La razón por la que jamás deberías liberar a tus peces en la naturaleza

La liberación de peces dorados en estanques, arroyos y ríos locales está ocasionando un desastre ecológico en los cuerpos de agua de Estados Unidos.

Todo empieza con una buena intención. Así, encerrados en sus peceras, parecen llevar las vidas más miserables: dando vueltas al interior del mismo tanque de agua, con plantas artificiales y piedras de plástico. Algunos ni siquiera tienen ese privilegio: el vidrio está sucio y la comida llega a veces, cuando las personas se acuerdan de alimentarles. A algún justiciero de los derechos animales se le ocurrirá que liberar peces en los ríos podría ser una acción de misericordia. No les pasa por la cabeza que, por el contrario, podrían devastar ecosistemas completos.

Por desidia o misericordia

En promedio, pueden costar hasta 35 pesos mexicanos. En Estados Unidos, esto es poco más que un dólar. Al principio parece una buena idea comprarlos. Cuando alimentarlos y limpiar la pecera se vuelve parte de la rutina de todos los días, muchos cambian de parecer. Con el paso de los meses, hay para quienes se vuelven una franca molestia. Liberar a los peces en el río más cercano podría parecer la mejor opción.

Ya sea por misericordia o por desidia, este acto está afectando severamente los ecosistemas acuáticos en Estados Unidos. Los canales de agua locales de Burnsville ya están padeciendo las consecuencias de esta acción humana en los cuerpos de agua, que perturba los hábitats de las especies nativas que vivían ahí antes.

A sólo 24 kilómetros de Minneapolis, una invasión de peces dorados aqueja los arroyos estadounidenses. La semana pasada, las redes sociales explotaron con imágenes de peces gigantescos, que generan estragos en el bienestar de los animales que se han visto forzados a compartir espacio natural con una plaga creciente. Expertos de Departamento de Recursos de Vida Silvestre de Virginia ya la han calificado de ‘incontenible’.

Gigantes voraces entre las aguas

Por medio de su cuenta oficial de Twitter, el gobierno de la Ciudad de Burnsville advirtió a los habitantes de no liberar peces de colores en los estanques y lagos vecinos. El problema, según las autoridades, es que crecen demasiado, y contribuyen a que la calidad del agua disminuye considerablemente. Específicamente porque eliminan los sedimentos del fondo, y arrancan las plantas para alimentarse.

De esta forma, en lugar de ser peces inofensivos con apenas centímetros de largo, se convierten en animales de medio kilo, que amenazan la persistencia de la fauna local. En promedio, según informa The Washington Post, pueden alcanzar el tamaño de un balón de futbol americano. Bien alimentados, estos gigantes voraces eliminan el equilibrio ecológico de los cuerpos de agua en Estados Unidos.

Este problema podría eliminarse por completo si las personas no lanzaran a sus mascotas a los lagos y arroyos cercanos. De ser un animal doméstico inocuo, se convierten en especies invasoras que destruyen los hábitats silvestres. La problemática hoy se extiende a la totalidad del país, sin cifras claras de la incidencia que han tenido hasta el momento. En lugar de contribuir a esta destrucción indirecta, quizás la solución esté en no comprar estos animales en primer lugar.

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