Al caer la noche, los habitantes de Ascoli Piceno no necesitan luz eléctrica ni cableado público: el fulgor de la luna es suficiente para iluminar las calles.
El rumor llega desde la oscuridad del Medioevo. Al norte de Italia, en la región de Marcas, todavía existe una ciudad cuyas casas, edificios y templos brillan al caer la noche. Con la luz tenue de la Luna, el pueblo medieval se enciende con fulgor azul único, que no se ha logrado imitar ni siquiera con la electricidad artificial.
Ascoli Piceno está rodeada por montañas. Con el acompañamiento suave del río Tronto, ha destacado desde la Edad Media por la densidad de sus bosques y belleza natural. Desde entonces, al caer la noche las personas no tienen que preocuparse por iluminar las calles: el reflejo de la luz lunar basta para andar con tranquilidad hasta en los callejones más recónditos. Ésta es la razón.
Desde la oscuridad medieval
Desde fuera, Ascoli Piceno tiene el encanto de cualquier pueblito medieval italiano. Tejas de barro decoran los techos de las casas, mientras que las fachadas de los templos mayoritariamente católicos están tapizadas de piedra caliza. Con un casco antiguo medieval, se complementa con las ruinas romanas a las afueras de la ciudad.
Sin embargo, desde hace siglos el pueblo se ha destacado de otras comunidades escondidas en la montaña por lanzar destellos de luz. Los adoquines y edificios reflejan la energía solar, de manera que parece brillan por su cuenta. Esto es resultado de su posición geográfica, pero también, del aprovechamiento de recursos naturales que se gestó en la Edad Media.
La tecnología que implementaron los arquitectos medievales en Ascoli Piceno se mantiene intacta hasta la actualidad. Para evitar una inversión innecesaria en alumbrado público, decidieron aprovechar la luz natural de la Luna para guiarse en la noche. Según la cobertura de CNN, el piso de la plaza central del pueblo refleja las edificaciones:
“[…] sus edificios, torres, pórticos y farolas se reflejan de manera perfecta en el pavimento, convirtiendo el centro de la ciudad en una especie de espejismo”.
Aunque el espectáculo principal se vive en la noche, la ciudad arroja destellos de luz ‘naturales’ a lo largo del día también. Todas las iglesias e incluso los puentes construidos en la época romana siguen este mismo principio, que le confiere al lugar un halo de misterio.
Espejos de piedra
A lo largo del día, el pavimento de Ascoli Piceno parece como si se hubiera lavado con un cuidado minucioso. Aunque éste no es necesariamente el caso, las baldosas del suelo reflejan suavemente la silueta de la catedral, los edificios, los comercios y los templos. El efecto se logra gracias al material con el que se pavimentó originalmente, el travertino.
Éste es un tipo de mármol único en la región, que no sólo refleja la luz natural en el espacio, sino que tiene la capacidad de fungir como un espejo de piedra. Por ello, quienes visitan la ciudad se maravillan de encontrarse con su propio reflejo al mirar el piso. Al caer el sol, el efecto es mucho más impactante: no sólo se adivinan las siluetas de los edificios, sino que aparecen totalmente reflejadas en las baldosas, como una fotografía invertida.
En la actualidad, el travertino es considerado como un tipo de piedra preciosa. Por su alto valor comercial, ya no se utiliza para pavimentar las calles ni como material de construcción. Sin embargo, las calles de Ascoli Piceno conservan el esplendor que el material ha tenido por siglos.
Por ello, también, la ciudad medieval se mantiene como un destino turístico de interés al norte de Italia. Como es un pueblo pequeño, basta un par de días para observar el espectáculo nocturno. Después de cenar en algún cafecito local, la mejor manera de experimentarlo es caminar las calles hasta altas horas de la noche.
Lo más recomendable es visitar Ascoli Piceno en verano, ya que los inviernos pueden ser crudos. Más aún por la nieve, que opaca el fulgor de las baldosas durante el día, y lo vuelve casi invisible al caer la noche.
MUY INTERESANTE.
