Por: Cortesía

La extraña teoría de que Jesucristo fue en realidad un filósofo griego que nació en Turquía

No: Jesucristo no fue el único ‘hacedor de milagros’ durante el Imperio Romano.

El acto de predicar en las montañas no era nuevo para cuando Jesucristo empezó a hacerlo. Por el contrario, responde a una larga tradición griega iniciada por Aristóteles. Él creía que la filosofía podría aprenderse caminando, por lo que fundó la doctrina peripatética: para aprender de ciencias naturales, sus estudiantes tendrían que caminar detrás de él.

De esta manera, podrían enfrentarse directamente a las cosas de las que se hablaban, tal cual se encontraban en la naturaleza y en el mundo. Otros contemporáneos suyos siguieron esta manera de enseñar e impartir conocimiento: reunir a los discípulos al aire libre ya era una práctica común para cuando Jesús nació. Apolonio de Tiana lo llevó a otro extremo.

Un hombre con audiencia

Apolonio de Tiana fue oriundo de la actual Turquía. En aquel momento, era uno de los puntos álgidos de comunicación entre la Hélade y Oriente. Era descendiente, además, de una de las familias fundadoras de su pueblo natal. Desde muy temprana edad, destacó por sus capacidades intelectuales y por su impresionante habilidad para hablar en público.

Por esta habilidad innata, muy pronto se fue a estudiar retórica a Tarso. Llamaba tanto la atención por su memoria y belleza física, que sus contemporáneos lo empezaron a considerar como un dios. Se decía, incluso, que antes de su nacimiento una figura celestial se había manifestado frente a su madre, diciéndole que encarnaría un niño divino.

Poco tiempo pasó antes de que pudiera conseguir el grado de discípulo del propio Pitágoras. Fue entonces que se convirtió en un predicador itinerante, a la manera de Aristóteles: se volvió un hombre con audiencia. Quienes lo seguían, aseguraban que podría traer de vuelta a los muertos, sanaba a los enfermos y podía hablar con demonios para expulsarlos de cuerpos ajenos. Además, fue contemporáneo de Jesucristo.

Dos contemporáneos de habilidades sobrenaturales

Las referencias históricas más aceptadas aseguran que Apolonio de Tiana nació cuando Jesús tenía tres años. Es poco probable que se hubieran conocido, porque habitaron espacios diferentes del planeta más o menos durante los mismos años. El filósofo, sin embargo, vivió casi tres veces más que el Mesías de los cristianos: no se encontró con los obstáculos impuestos por la represión romana.

Así como Jesucristo se hizo de un gran número de seguidores en el actual Medio Oriente, Apolonio logró juntar a un volumen considerable de personas por sus habilidades sobrenaturales. Ambos eran capaces de conectar con lo divino, traer a la vida a los fallecidos y hacer conexiones excepcionales entre hechos que no tenían relación entre sí.

La evidencia recopilada de la existencia de Apolonio de Tiana fue registrada por el historiador Filostrato, quien fue su seguidor devoto. A él —muy a la manera de los evangelistas— le debemos en gran medida la información que se ha conservado hasta la actualidad sobre su vida y obra. Incluso en la época, el filósofo dejó de comer carne porque “vuelve espeso el espíritu y lo hace impuro“. Este tipo de aseveraciones hicieron que la gente lo considerara como una especie de santo.

¿Apolonio de Tiana inspiró el mito de Jesucristo?

Revisiones historiográficas posteriores aseguran que figuras tan poderosas como la de Apolonio de Tiana inspiraron —o alimentaron— la narrativa divina que se le atribuyó a Jesucristo posteriormente. La realidad es que, aunque es un hecho que existió un Jesús histórico, lo que nos llega en las escrituras de la tradición judeocristiana es producto de traducciones, interpretaciones y análisis mucho posteriores a los mismos evangelistas.

Por esta razón, no es poco probable que las atribuciones de divinidad que se le hicieron a la figura de Cristo hayan estado alimentadas por otras de profetas o filósofos similares, cuyos contemporáneos les atribuyeron capacidades sobrenaturales. Las afirmaciones de fe en la tradición cristiana a propósito de la unicidad del Hijo de Dios, sin embargo, nublaron esta posibilidad por siglos.

Entre el sinnúmero de profetas, predicadores y filósofos que proliferaron en la época, la posibilidad de que las vidas y obras de varios de ellos se hayan influido entre sí. De manera posterior, las autoridades eclesiásticas y espirituales impusieron doctrinas más bien dogmáticas, que anularon cualquier tipo de narrativa alternativa.

A pesar de ello, los hacedores de milagros proliferaron en el Imperio Romano. Hoy ya se tiene acceso a esta información. Las similitudes entre ambas narrativas de hazañas que desafiaron a la naturaleza por hombres con habilidades particulares para hablar en público, sin embargo, ya no pueden desestimarse.

MUY INTERESANTE. 

 

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