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El cerebro y las actividades religiosas

El gran avance de la tecnología de imagen cerebral está permitiendo estudiar el cerebro y responder a preguntas que la humanidad se viene planteando desde hace siglos (Jeff Anderson). Una de esas preguntas es cómo participa el cerebro en las actividades que interpretamos como espirituales, divinas o trascendentes. Por otro lado, se ha planteado que las actividades religiosas y espirituales comparten elementos fenomenológicos comunes a través de las culturas y las tradiciones de fe, incluido un profundo sentimiento de ánimo elevado (euforia), así como un sentido de integración dentro de uno mismo y con los demás.

Así pues, un grupo de investigadores de la escuela de Medicina de la Universidad de Utah, en Salt Lake City (EE.UU.), realizaron un estudio con un grupo de devotos mormones con el objetivo de identificar si los sentimientos espirituales estaban asociados de manera reproducible con la activación de circuitos neuronales específicos. La técnica aplicada para el análisis del cerebro fue la resonancia magnética funcional (IRMf), que consiste en un procedimiento clínico y de investigación que permite visualizar cómo las áreas o regiones cerebrales realizan una determinada tarea.

El cerebro responde a las experiencias religiosas

Los resultados encontrados mostraron que el circuito de recompensa del cerebro, que se activa en experiencias como el amor, el sexo, el juego, las drogas y la música, también se activa durante las experiencias religiosas. El circuito de recompensa es un grupo de estructuras neuronales de nuestro cerebro relacionado con el deseo, el placer y el refuerzo positivo. Además, de este circuito también se encontró que los sentimientos espirituales activan la corteza prefrontal medial, es decir, la zona cerebral relacionada con las valoraciones, los juicios y el razonamiento moral, y otras regiones del cerebro asociadas con la atención focalizada.

Aunque todavía no se sabe si los creyentes de otras religiones responderían de la misma manera que los mormones, es importante comprender de qué manera contribuye el cerebro en las decisiones que se toman cada día, ya que “la experiencia religiosa es quizá la parte que más influye sobre cómo la gente toma decisiones que nos afectan a todos, para bien y para mal”, como afirma Jeff Anderson.

Estudios realizados en las religiones orientales, las cuales practican otras áreas contemplativas y la meditación, muestran que el cerebro responde de manera diferente, y a pesar de que la activación del sistema de recompensa es mucho más destacada en las prácticas religiosas occidentales, en ambos casos sí se encuentra una relación en “las regiones cerebrales asociadas con la atención” (Jeff Anderson).

Efectos positivos de la actividad religiosa

Además de las investigaciones que se han realizado con respecto a la relación entre los circuitos neuronales y las prácticas religiosas, también se han hecho estudios enfocados en cómo estas prácticas influyen en la salud, el afrontamiento del estrés y la pérdida de algún ser querido. Las investigaciones realizadas han encontrado que la práctica religiosa tiene efectos pronunciados en el comportamiento social, el estado de salud y en una mejor calidad de vida (Underwood, L. G., & Teresi, J. A. 2002).

Por otra parte, se ha descubierto que los sentimientos de paz y alegría durante la oración están relacionados con un mayor compromiso religioso futuro y una mejor calidad del sueño. Por el contrario, no se han encontrado efectos similares en la percepción de las oraciones respondidas y la percepción de la curación milagrosa  (Hui et al. al., 2015).

Cómo influyen las prácticas religiosas en la salud

Cuando se trata de prácticas como la plegaria, el rezo o la oración, se ha determinado que estas influyen de forma positiva en la salud mental, ya que producen efectos positivos a través de emociones y estados afectivos, que pueden promover actitudes de esperanza, perdón, aumento o afianzamiento de la autoestima, paz, bienestar, amor y compasión. De igual manera, los estados positivos que surgen a partir de dichas prácticas o rituales son importantes para la salud mental y física, al actuar sobre los mecanismos psiconeuroinmunológicos y psicofisiológicos  de las personas (Rossi,1993).

Diversos estudios llevados a cabo en los Estados Unidos, encontraron una vinculación positiva entre la participación religiosa o las creencias religiosas, y la evitación de conductas negativas como el consumo de alcohol, drogas y prácticas sexuales de riesgo, conductas que como bien se sabe, están relacionadas con el aumento del riesgo de diversos problemas de salud (Yoffe, L 2002).

Así como la fe puede promover actitudes de esperanza, cambio y curación con respecto a la salud¸también se ha informado que fomenta la salud mental de aquellos adultos mayores que padecen problemas en su salud física (Harold Koenig, 1994).  En términos generales, se podría decir que el sufrimiento se hace más tolerable si la persona logra hallar explicaciones que otorguen algún sentido a un momento difícil que pueda estar atravesando, y en otros casos permiten reafirmar que a pesar de todo lo negativo que se deba afrontar, la vida tiene algún sentido.

Bibliografía

  • Anderson, J.S, Ferguson, M.A, Nielsen, J. A., King, J. B.,  Dai, L.,Giangrasso, D.M., Holman, Reward, Salience, adn Attentional Networks are Activated by Religious Experiencie in Devout Mormons”. Social Neuroscience, 29 de noviembre de 2016.
  • Hui, C. H., Lau, W. W. F., Cheung, S.-H., Cheung, S.-F., Lau, E. Y. Y., & Lam, J. (2015). Predictors and outcomes of experiences deemed religious: A longitudinal investigation. International Journal for the Psychology of Religion, 25(2), 107–129.
  • Underwood, L. G., & Teresi, J. A. (2002). The daily spiritual experience scale: Development, theoretical description, reliability, exploratory factor analysis, and preliminary construct validity using health-related data. Annals of Behavioral Medicine, 24(1), 22–33. 
  • Yoffe, L (2007) Efectos positivos de la religión y la espiritualidad en el afrontamiento de duelos Revista Psicodebate 3. Psicología, Cultura y Sociedad. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad de Palermo.

El arte de Saber vivir. 

 

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