Por: Cortesía

Del budismo al genocidio: Así fue como la swastika se convirtió en un símbolo nazi

Los Nazis no inventaron la swastika. Así fue como un símbolo de ética pacífica se convirtió en el emblema del Tercer Reich.

Ni Hitler, ni su gabinete, ni los Nazis diseñaron la swastika. A diferencia de lo que la historia occidental ha dictado, en su agenda hegemónica, éste es un símbolo milenario que corresponde a las religiones orientales. Originalmente, era un símbolo que recordaba a las personas en la India o a cualquiera afiliado al budismo, en sus múltiples ramificaciones que sus acciones determinaban el curso de su vida en la Tierra.

Así fue como un símbolo de ética pacífica se convirtió en el emblema del Tercer Reich.

Un símbolo del buen augurio

En el budismo, la swastika originalmente simboliza las huellas auspiciosas del Buda. Por esta razón, en varias culturas asiáticas, las esculturas de Siddharta Gautama la tienen impresa en el pecho, las manos o los pies. En otras partes de la región, sin embargo, se entiende como la rueda del karma.

A diferencia de la interpretación que se le da en Occidente, el karma no es ni ‘bueno’ ni ‘malo’. Por el contrario, se traduce literalmente del sánscrito como consecuencia. Es algo similar a la Segunda Ley de Newton: a cada acción le corresponde una reacción. En el budismo, sin embargo, este principio se extiende a reencarnaciones pasadas, al pensamiento y al accionar ético de los seres humanos antes de entrar al Nirvana.

¿Cómo funciona la rueda del karma?

Estas acciones se quedan impresas en la mente, y alimentan la ‘rueda del karma‘. Así lo explica el Himalayan Institute:

“Cada una de nuestras acciones, físicas, mentales o verbales, crea una impresión en la mente. Todo lo que hacemos se almacena en la mente en forma de impresiones sutiles […]. Realizamos nuestras acciones bajo el hechizo de estas impresiones sutiles y, a su vez, nuestras acciones refuerzan estas impresiones sutiles. Las impresiones sutiles engendran tendencias vagabundas, y estas tendencias vagabundas, a su vez, fortalecen las impresiones sutiles”.

Debido a este proceso, el karma impide que las personas alcancen la iluminación. Por tanto, estas consecuencias determinan la existencia de los individuos. Visto de otra manera, es el condicionante que hace que las almas regresen a este plano de existencia una y otra vez, inmersos en un ciclo infinito que se rompe con el ‘despertar’ espiritual.

Si se observa a la swastika con este marco de referencia, cada una de las ‘aspas’ representa el movimiento de la rueda del karma. Otras tradiciones esotéricas de la región adoptaron este mismo principio, y fue así como el símbolo se diseminó en todo Oriente: desde la India hasta Japón.

¿Un error de traducción?

De acuerdo con la Enciclopedia del Holocausto, la swastika tiene al menos 7 mil años de historia. En sus orígenes, incluso previos al budismo, se piensa que representó el tránsito del sol por la bóveda celeste. Esto podría explicar el trazo cíclico que tiene. Así también, se podría entender el paso cultural hacia la rueda del karma.

Durante milenios, antes de la Segunda Guerra Mundial, fue “un símbolo de bienestar en las sociedades antiguas“, explica la periodista de Medio Oriente Kalpana Sunder, para la BBC. Sin embargo, el significado se alteró cuando los historiadores alemanes del siglo XIX tradujeron mal los conceptos venidos de oriente.

Como algunos términos no eran compatibles con su propio idioma, se tomaron licencias literarias para traducir la cosmogonía budista. De la misma manera, explica el periodista Mukti Jain Campion para la BBC, esto contribuyó a formular el mito fundacional de Alemania:

“[Los historiadores alemanes] llegaron a la conclusión de que los indios y los alemanes debían tener una ascendencia compartida e imaginaron una raza de guerreros blancos parecidos a dioses a los que llamaban arios”.

Los arios, según los alemanes, eran seres humanos superiores, más fuertes, inteligentes y aptos para evolucionar que el resto de los seres vivos en el planeta. Esta idea ayudó a Hitler y a sus contemporáneos a seguir una narrativa de supremacía, que les ganó un lugar en el poder político, militar y social de la Alemania en los años 40.

Así también, insertaron un discurso de odio a todo lo diferente, a todo lo que no se cuadrara a este estereotipo de belleza y poderío alemán. Entre ellos, estaban los judíos.

MUY INTERESANTE.

 

Temas relacionados: