8 ejemplos de economía circular

Written by Reportajes. Posted in Minuto a Minuto, Reportajes

Published on febrero 20, 2019 with No Comments

 Muy Interesante.- Fabricar cerveza con pan seco, poner tus pertenencias en alquiler, comprar envases reutilizables… ya hay cada vez más opciones para producir y consumir de otra manera. La era de los productos de usar y tirar ha terminado, y la economía circular viene para quedarse.

Frente al modelo actual de economía linear, en el que se extraen materiales, se fabrican cosas y posteriormente se desechan, la economía circular pretende revolucionar nuestro sistema productivo y acabar con el despilfarro insostenible de energía y recursos.

En realidad, no estamos hablando de nada nuevo, pues la economía circular no hace otra cosa que imitar los procesos que se dan de forma natural en nuestro planeta: la materia y energía se transforman continuamente y no existen residuos como tal, pues lo que para un componente del sistema es un deshecho, para otro puede ser materia prima. Hay multitud de ejemplos en la naturaleza: organismos coprófagos que se alimentan de los excrementos de otros, los ciclos biogeoquímicos o el proceso de descomposición de las hojas caídas de los árboles que acaba devolviendo a la tierra los nutrientes y materia orgánica.

El objetivo de la economía circular es, precisamente, conseguir cerrar los ciclos igual que sucede en la naturaleza, y hacerlo evitando la extracción masiva de materias primas y el derroche energético. Es un concepto que va mucho más allá de reducir, reutilizar y reciclar (aunque también engloba las 3R), pues pretende conectar unos procesos con otros, alargar la vida útil de los productos (muy importante) y respetar los tiempos de regeneración natural de los recursos.

Repensar, rediseñar, reparar, redistribuir… son muchas más las “R” que entran dentro de la economía circular, en la que ningún residuo se desperdicia sino que se convierte en recurso para un nuevo proceso.

Hay muchísimos ejemplos de economía circular, desde los sistemas de compostaje casero que utilizan los residuos orgánicos y obtienen compost para añadir a la tierra de las macetas hasta los teléfonos móviles fabricados de manera modular de forma que sus componentes se pueden reparar individualmente y alargan la vida útil del dispositivo (el famoso Fairphone).

Ya no es solo una cuestión de preferencias. El modelo linear actual está llegando al límite de su capacidad física y es necesario explorar otras alternativas. La Fundación Ellen MacArthur, que trabaja con gobiernos, investigadores y empresas para fomentar la transición hacia una economía restaurativa y regenerativa nos enseña algunos ejemplos reales de empresas o colectivos que ya están aplicando ideas muy buenas en esa línea. La Fundación asesora estas iniciativas, identifica sus puntos débiles y les ayuda a avanzar para conseguir cerrar los ciclos y lograr una ‘circularidad’ más completa.

1. Un armario en la nube
El sector de la moda es uno de los clásicos ejemplos de economía del despilfarro. Proliferan las prendas de vestir muy baratas, de mala calidad, que no aguantan apenas un lavado y además se fabrican bajo condiciones laborales poco dignas. Pero hay que ser realistas: cambiar este tipo de hábitos es difícil y muchas personas no se conforman con tener poca ropa pero duradera. Ycloset es una iniciativa puesta en marcha en China para permitir que los adictos a la moda puedan tener un vestuario muy variado, probar distintos estilos y adaptarse a los cánones de la moda sin los impactos ambientales y sociales del modelo actual.

2. Alquiler de ropa, una nueva tendencia
Los usuarios de Ycloset pagan un precio mensual que les permite acceder a una gran variedad de prendas disponibles en una aplicación móvil. La iniciativa se ha aliado con una empresa líder en limpieza en seco que garantiza el buen estado de las prendas de ropa. Los impulsores de la empresa han observado que la ropa de calidad puede ser utilizada por hasta 40 personas diferentes.

3. Economía circular en la música
Se estima que cada año se tiran quince millones de kilos de auriculares, bien porque se estropean, bien porque los usuarios los cambian por otros nuevos con más prestaciones.

Gerrard Street ha diseñado unos auriculares que ofrecen sonido de alta calidad, son modulares y se desmontan fácilmente, lo que facilita la actualización y reparación de las piezas. Además, la reparación es gratuita, y esto es un incentivo para la marca, que busca proporcionar un producto más duradero. Por otro lado, el 85% de los componentes se reutilizan.

4. Préstamo y alquiler de equipo técnico
Tener menos cosas y compartir más. Ese es uno de los pilares de la economía circular, y en esa línea surge Fat Lama, una start up que propicia el contacto entre personas dispuestas a alquilar sus equipos técnicos y aquellas que los necesitan por unas horas y días.

No todo el mundo tiene una cámara de vídeo o un dron, pero hablamos de productos que, si solo son utilizamos por una persona, al final de su vida útil se habrán usado durante muy pocas horas.

5. ¿Cómo funciona?
El usuario se crea una cuenta y puede publicar una lista de artículos que está dispuesto a alquilar por horas y días. Fat Lama cobra un porcentaje de cada operación de préstamo y proporciona un seguro para cubrir posibles daños en el equipo que se alquila.

6. Objetivo: tirar menos comida
Se estima que en España se tiran anualmente unas 63.000 toneladas de comida procedente de la hostelería, y este es un problema que se repite en todos los restaurantes del mundo occidental. La empresa Winnow trabaja en EEUU y ha ideado un sistema para analizar los datos sobre el despilfarro de comida en las cocinas comerciales. Ofrece un servicio de asesoría a los restaurantes para ayudarles a tomar mejores decisiones sobre qué y cuánto preparar, además de aumentar la concienciación de los trabajadores.

7. Los restaurantes también se ahorran
Los restaurantes que ha adoptado este sistema han reducido el desperdicio de alimentos entre un 40 y 70%, aumentando además los márgenes de ganancias en un 50% y de reducir las emisiones de carbono.

8. Envases universales para líquidos
Muchos de nuestros productos de limpieza contienen un 90% de agua y tan solo un 10% de los ingredientes activos. Estos productos se empaquetan y comercializan en botellas de plástico desechables de un solo uso, lo que origina unos elevadísimos costes de producción y contaminación por plásticos. Por ejemplo, se calcula que EEUU se tiran cada año 35.000 millones de botellas de este tipo.

9. Empaquetado universal
Replenish 3.0 ha ideado una botella reutilizable a la que se puede adherir una cápsula con el ingrediente activo concentrado (el resto se rellena en casa con agua). De esta forma la botella se puede utilizar muchas veces, y es compatible con la mayoría de líquidos envasados, desde limpiadores a bebidas.

Replenish vende sus propios productos y además trabaja con otras marcas para incorporar sus sistema de recarga universal.

10. Reutilizando las hojas de palmera
Cada año acaban 34.000 toneladas de hojas de palmera procedentes de las podas en el vertedero de la ciudad de Phoenix (EEUU). En ese contexto surge Palm Silage, que ha desarrollado un proceso para transformar este residuo vegetal y otros ‘desperdicios’ en un producto altamente nutritivo para alimentar el ganado. La iniciativa además ha generado un buen número de empleos nuevos en la zona.

11. Repensar las ciudades
¿Cómo satisfacer las necesidades básicas de las ciudades del siglo XXI? Nuestras urbes son cada vez más grandes y complejas, y se deben proporcionar suministros seguros de agua, alimentos y energía enfrentándose a enormes desafíos como el cambio climático o el crecimiento demográfico.

Biolopus se basa en un nuevo tipo de infraestructura urbana denominada ‘centro metabólico urbano’: unidades descentralizadas que se unen para formar parte de un ‘sistema de ecosistemas urbanos diseñados’. De esta forma, sus impulsores indican que es posible “cerrar los bucles metabólicos dentro de los límites humanos”, aliviando así la presión de las urbes sobre las áreas rurales.

12. Centros metabólicos urbanos
La idea de Biopolus se basa en pequeñas ‘refinerías biológicas’ que transforman las aguas residuales y los desechos orgánicos en agua limpia, energía, alimentos y otros materiales útiles. Los concentradores son modulares, están conectados y optimizados por retroalimentación.

El proceso de tratamiento utiliza colonias de bacterias en biofilms en lugar de soluciones, lo que reduce costes y ocupa menos espacio. Se trata, en definitiva, de una infraestructura urbana que se basa en una comprensión moderna de la biología y la ciencia digital, que se integra en el tejido urbano en lugar de aislarse del mismo.

13. Hacer cerveza con restos de pan
Como ya hemos comentado antes, el desperdicio de comida es un problema mundial, y uno de los alimentos que más se despilfarran es el pan: es barato y tiene una vida útil muy corta. En el Reino Unido, por ejemplo, se tira el 44% de todo el pan producido en el país.

La start up Toast Ale combate este problema de una forma muy original: elaborando cerveza. La compañía se dedica a recoger el excedente de pan de panaderías y tiendas de sándwich y delicatesen, y lo incorpora en el proceso de elaboración de cerveza artesana con cebada malteada, lúpulo, levadura y agua. No utiliza ninguna tecnología especial, pero consiguen reemplazar casi un tercio de la cebada malteada que necesitan para hacer la cerveza, por lo que se reducen considerablemente los costes de producción.

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