Cómo lidiar con el conflicto y la confrontación

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Published on marzo 13, 2018 with No Comments

 Mejor con Salud.- Saber mantener la calma sin importar el estado de crispación de nuestro interlocutor puede ser la clave para no caer en la confrontación. Evita en todo momento adoptar una actitud defensiva
Cómo lidiar con el conflicto y la confrontación

Es imposible evitar que surjan confrontaciones, aunque hagas impresionantes esfuerzos para impedirlo. Pueden ocurrir entre familiares, amigos, compañeros de estudio o trabajo, socios y clientes.

No cabe la menor duda de que estas situaciones pueden resultar agobiantes, en especial cuando hay sentimientos involucrados como la amargura o la ira. En estos casos lo esencial es mantener la tranquilidad.

Así podremos hacer frente y lidiar con el conflicto y la confrontación, y calmar alguna situación que sea estresante.

1. Buscar hasta encontrar maneras de calmar los ánimos

Me cuesta reconocer que no gestionamos bien los conflictos
Sopesa de manera madura la situación conflictiva. Por lo general las confrontaciones se deben a intercambios bruscos de palabras.

En algunas situaciones puede generarse estallidos violentos. En tales casos, es más inteligente retirarse y evaluar la situación de manera cuidadosa, ya que la seguridad y la integridad física están involucradas.

Evalúa si puedes mantener una discusión de manera segura o no. Igual debes proceder con precaución pero, si no puedes, aléjate. Si no te sientes cómoda, lo mejor es retirarte lo antes posible.

Pedir ayuda, lejos de mostrar cobardía, es una decisión inteligente, sobre todo si buscas la guía de una persona madura y neutral, que pueda servirte bien como moderador o, simplemente, para confortarte.

Sé tú la persona madura y, si notas que la integridad tuya o la de terceros corre algún riego, lo mejor es acudir a las autoridades.

2. Tu actitud influye en tu agresor
A veces, al mantener la calma, puedes influir de manera tranquilizadora a la otra persona. Esto se logra cuando manejas la situación de manera madura sin dejar que influyan las emociones.

El lenguaje corporal desempeña un papel importante. Debes ser neutro y apacible. Evita desviar la mirada y cruzar de manera desesperante los brazos.
Estas posturas indican falta de respeto y transmiten una frustración, que para nada ayudan en una situación conflictiva.

Sin importar cómo te sientas, debes ser en todo momento serena y respetuosa. Trata de manera cordial, pero evita los tonos sarcásticos.

No tiene nada de malo si te disculpas, aunque consideres que no eres el responsable de la situación. Practica la empatía y trata de simpatizar con la otra parte.

Si lo que quieres es calmar los ánimos, no puedes regañar o mandar. Eso es el resultado, en gran parte de cómo tú enfrentes la situación.

Si permaneces calmada, agradable y apacible, habrás hecho todo lo posible por limar las asperezas.

3. Concéntrate unos minutos en escuchar
Ten en cuenta lo que tiene que decir la otra persona para que disminuyas su frustración de no ser escuchada. Evitarás las consecuentes sensaciones de impotencia que pueden llevarla que se cargue de resentimiento, lo que puede generar violencia.

Al escucharla, quizá se calme y podrás averiguar cuál es el origen del conflicto. De esta manera manifestará lo que la tiene angustiada, y esta es la clave para calmar la situación, porque encontraréis juntos la solución.

Para esto debes tener paciencia y dirigir a la persona con preguntas que la ayuden a revelarte su perspectiva del problema.
Tal vez revele sus sentimientos al respecto, los posibles pensamientos preocupantes y lo que espera respecto a la solución del problema.
Si tienes la oportunidad de comenzar a tomar nota de sus necesidades, hazlo, no solo para evitar conflictos posteriores, sino para que vea que la tomas en serio.
Busca la raíz del problema y trata de determinar de manera tajante la solución del conflicto, para que no queden pendientes.

4. Esfuérzate por evitar involucrarte emocionalmente
Escucha sin reaccionar, aunque la otra persona esté molesta contigo, y aunque no lo esté contigo, evita tomar un bando o sacar conclusiones precipitadas.

No te tomes como ofensa personal nada de lo que diga una persona molesta. Ella se está dejando llevar como marioneta de sus emociones, y lo más probable es que no sea en serio. La actitud defensiva y el enojo solo traerá más problemas.

Piensa cada palabra que dirás, estúdialas muy bien, y mide mentalmente las consecuencias de lo que digas antes de hablar.

Pregúntate cosas como: ¿Cómo reaccionaría si digo…? y no como reaccionarías tú, sino la otra persona. Recuerda que se trata de esforzarte por entender su punto de vista.

Respira, habla con sensatez, muestra madurez y no busques culpables, sino soluciones

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