Una empresa surcoreana lucha por limpiar internet del “porno vengativo”

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Published on octubre 13, 2017 with No Comments

istock-618936040-1_0Redacción. Hace seis años Tony Kim trabaja mirando videos de sexo y de mujeres desnudas en internet con el objetivo de combatir el “porno vengativo”, siguiendo el rastro y borrando las imágenes publicadas sin autorización.

Este joven de 27 años explica que en un principio fue la curiosidad la que lo llevó a presentarse a un puesto en Santa Cruise, una empresa privada de Seúl especializada en “limpiar” internet.

Al comienzo “me costaba mirar vídeos de este tipo todo el día”, dice. Pero “ahora, ya estoy acostumbrado y no siento nada. Es sólo un trabajo”.

El negocio de la “limpieza digital” va viento en popa en Corea del Sur, una sociedad ultratecnológica pero muy machista, donde las mujeres son a menudo consideradas objetos.

Kim Ho-Jin, el director de Santa Cruise, fundó en 2008 la empresa, que inicialmente se especializó en borrar rumores malintencionados o informaciones falsas sobre empresas y famosos.

Pero después, llegó una nueva clientela, las mujeres cuyos vídeos y fotografías teniendo relaciones sexuales consentidas habían sido publicados en internet por exparejas vengativas, exmaridos o conocidos con malas intenciones.

“Vigilamos las 24 horas varios portales pornográficos, redes de intercambio P2P y redes sociales, ya que estos videos pueden aparecer en cualquier momento y muchas veces durante años”, explica el ejecutivo.

El “porno vengativo” es un fenómeno mundial. Se calcula que el 2% de los estadounidenses que utilizan internet habrían sido víctimas de esta práctica y esto ha llevado a empresas como Facebook a implementar políticas para combatirlo.

Humillación

En 2016, en Corea del Sur, hubo cerca de 7.325 demandas para que se retiren videos íntimos de internet, siete veces más que hace cuatro años, según las estadísticas oficiales.

Entre las imágenes subidas sin consentimiento hay filmaciones captadas por cámaras escondidas en probadores o en baños públicos, que se conocen como “molka”.

Otra práctica consiste en pegar en imágenes pornográficas la cara de la víctima, que en general es una persona conocida por el agresor.

“La mayor parte de los autores son adolescentes u hombres jóvenes que quieren ver cómo chicas populares y bonitas, que están lejos de su alcance, son abusadas y humilladas en internet”, explica Kim.

En uno de los testimonios citados por el Centro Coreano que lucha contra la Ciberviolencia Sexual, una víctima anónima relató que después de que alguien publicara un video de este tipo con imágenes suyas dejó su trabajo y cortó todo contacto con su familia y amigos.

“Yo era una persona feliz, que vivía una vida normal”, dijo. “Ahora tengo miedo de salir, tengo miedo del mundo entero”, agrega.

Según Seo Langu, directora del centro, las mujeres que aparecen en estos videos son estigmatizadas.

“Numerosas víctimas se quedan encerradas, buscan desesperadamente la forma de borrar los videos y después caen en la depresión”, explica Seo, quien reconoció que estos servicios de lucha contra la cibercriminalidad están desbordados.

Beneficios

Pero los policías, a veces, también acusan a la víctima de no haberse conducido “correctamente”. Y aquí el “precio a pagar por destruir la vida de una mujer es muy bajo”, dice.

Según un estudio realizado por la Asociación de Abogadas Coreanas, solo un 6% de quienes son encausados por colgar videos cumplen penas de prisión. Cerca del 65% son castigados con multas.

Una víctima anónima dijo que el hombre que publicó un video suyo sólo tuvo que pagar una multa de un millón de wons (740 euros, 875 dólares) y el portal que los exhibió una multa de tres millones de wons (2.200 euros, 2.600 dólares).

“Estos sitios se burlan de las multas y no cambian nunca, ya que generan enormes beneficios con los vídeos de mujeres como yo”, se lamenta.

El gobierno anunció hace poco el lanzamiento de un vasto plan de lucha contra estas prácticas que incluye que este tipo de delitos sean sancionados obligatoriamente con penas de cárcel.

Jang Woo-Sung, comisario del servicio de cibercriminalidad, cuenta que este tipo de videos figura a menudo como gancho publicitario para la prostitución, que es ilegal en Corea del Sur.

Cada año, cerca de 140 mujeres contratan los servicios de Santa Cruise, según su presidente. La empresa también cuenta con un puñado de clientes que son hombres que lamentan haber utilizado “el porno de la venganza”.

‘¿Eres tú?’

Algunas clientas conocieron la existencia de las imágenes a través de terceros, cuando alguien les mandó un enlace con la pregunta “¿Eres tú?”.

Otras se inquietan se que los videos comiencen a circular.

En cuanto se detectan las imágenes, la empresa contacta al operador y le pide que las retire invocando la violación de la vida privada. La mayoría lo hace rápidamente.

Si no lo hacen o no responden, Santa Cruise pide al regulador surcoreano de internet que bloquee el acceso al contenido, un proceso que puede tomar algunas semanas.

“Muchas veces intentamos en vano retirar los videos, ya que es casi imposible hacerlos desaparecer completamente”, contó Kim.

El abono mensual a los servicios de Santa Cruise cuesta unos dos millones de wons (1.480 euros), una cifra que se acerca al salario medio que perciben dos tercios de los surcoreanos, que según el presidente de la empresa se justifican, ya que se requiere un trabajo de vigilancia constante.

Cuando no tiene noticias de una clienta que dejó de pagar, teme lo peor.

“Cuando llamo, a veces me contestan los padres y me dicen que su hija murió”, relata.

La madre de una víctima cuenta a la AFP que la vida de la familia se convirtió en un “infierno” desde que un ex publicó videos de su hija en internet. La chica efectuó dos intentos de suicidio, cambió de nombre y está pensando en someterse a una cirugía estética.

Información de El Espectador

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