7 inconvenientes de la siesta

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Published on diciembre 01, 2016 with No Comments

siestaMuy Interesante.- Echar una cabezadita durante el día puede ser beneficioso, pero a muchas personas les sienta como un tiro. Ello depende de lo que entendamos por ‘siesta’.

Distintos estudios confirman que una pequeña siesta, de entre 10 y 20 minutos, nos aclara las ideas y nos pone las pilas. Además, este hábito, cuando se prolonga hasta los 45 minutos, contribuye a reducir la presión arterial, mejora el metabolismo y favorece la creatividad. No obstante, echar una cabezada no les sienta bien a todas las personas y, de hecho, no se suele hablar mucho de las contraindicaciones de los sueños diurnos.

Estos son algunos de los problemas de la siesta:
1. Arrastra muy mala fama
Cuando un medio de comunicación extranjero quiere trazar un perfil tópico de las costumbres de los españoles nunca falta la siesta. El New York Times lo hizo en 2014 en un reportaje a propósito de la iniciativa de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios que defiende que adoptemos una jornada laboral más europea. Como apunta el rotativo, supondría el fin de esta práctica, dando por supuesto que forma parte de nuestro ADN. Nada más lejos de la realidad.

Según una investigación de la revista Neurology, el yoga hispano, como lo denominó Cela, debería rebautizarse como yoga alemán, porque el 22 % de los germanos reconoce sestear al menos tres veces por semana. La investigación confirmó que es una costumbre cada vez menos frecuente en los países del sur de Europa: la practican el 15 % de los italianos y solo un 9 % de los españoles; y en cambio, pese a la mala imagen que tiene, reconocen echársela el 16 % de los británicos.

2. A veces produce dolor de cabeza
No es frecuente que ocurra, pero puede desencadenar un tipo específico de dolor conocido como cefalea hípnica o cefalea despertador. El sueño actúa como un interruptor de este problema de origen desconocido. Solo se sabe que afecta a personas predispuestas biológicamente a padecerlo y, en general, a partir de los cincuenta años. La intensidad suele ser moderada, pero lo suficientemente molesta como para interrumpir el descanso. Y tiene una peculiaridad: es más fuerte en los hombres que en las mujeres. La cefalea puede durar entre veinte minutos y varias horas, y afectar al lado izquierdo de la cabeza, al derecho o a ambos al mismo tiempo.

3. En los maduros no funciona
Según el Instituto del Sueño del Hospital Pellegrin de Burdeos, en Francia, conforme cumplimos años la cabezada deja de tener los efectos en el restablecimiento de la atención que le atribuyen los estudios. Lo vieron comparando sus consecuencias en un grupo de jóvenes de entre veinte y veinticinco y en otro de cuarentones a los que pusieron al volante media hora después de haber tomado café o de haber dormido una siesta de media hora. El estado de alerta lo midieron contando las veces que el vehículo pisaba la banda lateral de la vía. La conclusión fue clara: mientras que en los jóvenes el descanso tenía las mismas consecuencias que el café –los desvelaba y podían estar atentos a la conducción–, en los maduros no. El riesgo de pisar la línea de la carretera se reducía en un 23 % entre los mayores de cuarenta años, y entre los veinteañeros alcanzaba el 66 %.

4. Favorece el insomnio
Cada persona tiene un ritmo de sueño y vigilia, pero el de algunas es tan vulnerable que una siesta puede arruinar el descanso nocturno. Para atajar el problema, según los especialistas, hay que detectar cuál es la causa y además, explica el doctor Antonio Pedrera, “conviene aplicar medidas de higiene: si una persona que sufre insomnio se echa a dormir después de comer, tiene que ser durante muy poco tiempo y dejando un intervalo de al menos siete horas entre la siesta y la noche”. Claro que, para algunos insomnes históricos, como Thomas Edison, dormitar con frecuencia fue una forma de supervivencia, aseguraba el investigador italiano Claudio Stampi.

5. Con EPOC avanzada, prohibida
Salvo que se tenga a mano el dispositivo que garantiza una buena oxigenación de la sangre durante el sueño, las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) tienen contraindicada la siesta. “La razón es que la relajación de la musculatura que se produce durante el descanso puede hacer que el enfermo sea incapaz de movilizar suficiente aire para respirar correctamente y aparezca fatiga o incluso insuficiencia respiratoria –falta de oxígeno que puede ir unida a la dificultad de eliminar el anhídrido carbónico–”, explica el doctor Pedrera. Este hecho puede ser grave, ya que la sangre no se purifica como en la respiración normal.

6. Acentúa los problemas gástricos
Quedarse traspuesto tiene su ciencia. Cuando no se realiza de manera correcta puede ser una fuente de problemas para individuos con algunas dolencias. “Si alguien con hernia de hiato se tumba recién comido va a tener reflujo gastroesofágico y el descanso no va a ser reparador; por eso, es mejor que duerma sentado”, recomienda María Sainz. 
La misma norma deberían aplicarse las personas muy obesas. Los especialistas les recomiendan dejar pasar un rato y moverse un poco antes de conciliar el sueño, para que la comida baje. ¿Por qué tienen prohibido acostarse? Lo explica esta doctora: “Suelen entrar en un sueño muy profundo y corren el peligro de quedarse dormidos durante demasiado tiempo”.

7. Puede indicar apnea del sueño
Si una persona necesita descansar a mediodía durante más de una hora para despejarse, debería ir al médico para comprobar si sufre apnea. El sueño puede deberse a las interrupciones en la respiración que se producen durante la noche que hacen que este no sea reparador. Según un estudio de los neumólogos del Hospital San Pedro de Alcántara, en Cáceres, el 64 % de los pacientes que dormían tanto tiempo después de comer presentaban este problema, y a consecuencia de él registraban mayor riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Los especialistas sostienen que la apnea es entre 2,5 y 5,5 veces más frecuente entre las personas que practican la siesta olímpica.

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