Inicia breve temporada de “La verdad sospechosa” en Bellas Artes

Notimex.- Escrita entre 1618 y 1621 por el novohispano Juan Ruiz de Alarcón (Taxco, 1580-Madrid, 1639), “La verdad sospechosa” es la máxima creación dramática de ese autor y la víspera tuvo su primera de tres funciones en el Palacio de Bellas Artes, de esta ciudad, a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España.

Considerada también como una de las obras maestras del llamado Siglo de Oro Español, “La verdad sospechosa” se publicó por primera vez en 1630 y muy pronto la crítica especializada se la atribuyó a Lope de Vega, pero años más tarde apareció ya incluida en la segunda parte de comedias de Ruiz de Alarcón.

Anoche, la compañía ibérica celebró al Palacio de Bellas Artes por su 80 aniversario con la sucesión de enredos amorosos y didactismo, ingredientes fundamentales de esta pieza seria, articulada en torno a la figura de su protagonista, el mentiroso “Don García”, a quien su desbordante imaginación le lleva a creerse todas las fábulas que él mismo construye.

El autor pretendía contribuir con esta comedia moralizante a reformar las costumbres de una sociedad habituada al lujo de la Corte y a la frivolidad, empeño en el que se hallaba la dinastía austriaca del primer tercio del XVII.

Una sociedad en la que el honor heredado se contraponía al honor nacido del propio valor personal, según los anales literarios.

La mentira siempre tiene sus razones y, más allá de lo que se llaman mentiras piadosas, su objetivo es siempre sacar ventaja.

Divierte y hasta enternece este trapacero, hacen reír o sonreír los continuos errores de interpretación y equivocaciones y hace reflexionar sobre el mundo ilusorio en el que viven los personajes de esta comedia llena de honduras.

“La verdad sospechosa” es una compleja comedia, divertida y enredosa, barroca y frenética, que esconde entre sus vericuetos infinitos una constante reflexión, irónica, ácida y dolorosa sobre lo que es verdad en una sociedad tan mentirosa como la actual, que es hija y nieta de la que reflejó Juan Ruiz de Alarcón a su llegada a Madrid en el siglo XVII.

La obra es la mirada de un extranjero desengañado, que soñaba con la tierra prometida, tal y como había oído hablar de ella en su lugar natal, y que al llegar a ella descubre lo llena de engaños y embustes que era la Corte y todos sus habitantes. Hay en la obra una nostalgia constante del viajero que desea siempre encontrar un paraíso idealizado que ya no existe.

Juan Ruiz de Alarcón, nacido en Taxco, en la Nueva España (hoy México) vivió en propia carne este viaje entre dos mundos y dos orillas, ya que primero llegó a España, a Salamanca, para estudiar, y tras un breve regreso a México, volvió a la Corte a vivir el resto de su vida. Hay en su experiencia y en su literatura una acumulación barroca de ornamentos de las dos orillas.

Desternillante e intrigante hasta el último momento, esta sucesión de engaños y relatos fantasiosos en boca de “Don García”, su protagonista, conforma un perfecto paisanaje del Madrid barroco de cortesanos, burgueses con pretensiones, indianos adinerados, falsas apariencias, ambición y mentiras. De eso fue testigo anoche un público receptivo y entusiasta.